Tras varias semanas de promoción anoche al fin se estrenó No es un sábado cualquiera, la nueva propuesta para las noches del sábado de Televisión Española. Un programa de variedades presentado por Fernando Gil que resulta de lo más rancio y sin gracia cuando debería ser todo lo contrario. Un poco como lo que pasó con Alfombra roja hace ya un par de años.
En resumidas, No es un sábado cualquiera es como si a un programa tipo Noche de fiesta le metes ingredientes de El Hormiguero y los guiñoles de los 90. Aunque Fernando Gil como actor es muy notable, aquí chirría como presentador.
Chistes y sketches sin gracia
Gil tiene la elegancia de Jaime Cantizano pero a veces le posee el espíritu gamberro de Pablo Motos, y sale una cosa híbrida muy rara. Es un profesional que se ve que cumple el papel que le han asignado, pero que no es él mismo, es solo el personaje que le han escrito; así se justifica chistes desfasados como “por fin Blas cantó en el programa” o lo de la guitarra llamada “letra, porque aún la estoy pagando”.
En general, el contenido era de un supuesto humor que no tenía gracia. Sketches de guiñoles como el de de Julio Iglesias con Kiko Rivera imitando El Sexto Sentido, pequeños gags para unir bloques al que solo le faltaba grillos sonando de fondo, concursos del público con cero pasión… Y entre medias, shows de magia, espectáculos visuales varios y música en directo, algo para lo que ya parecía no quedar sitio en la pequeña pantalla.
Premios sonrojantes para el público
Quizá lo más chirriante del formato es ese intento de hacer El Hormiguero jugando con los artistas invitados a pruebecitas varias. Estopa, por ejemplo, ordenó una serie de datos de forma numérica y si acertaban alguien del público se llevaba un disco firmado; para que todo quede bonito Fernando Gil tuvo que darles las respuesta de manera descarada, claro. Desde Soy el que más sabe de televisión en el mundo hace ya una década no recordaba a nadie ganar por televisión un disco firmado, la verdad.
En otro de los momentos, diez personas del público aspiraban a ganar un premio si uno de ellos superaba otra prueba de ordenar conceptos, y el galardón era… ¡un e-Reader! Un premio bastante low cost que dejó a la concursante con cara de “¿os lo podíais haber currado más, no?”.
Pero al fin y al cabo, el rostro de la muchacha no tendría un gesto muy diferente al de los espectadores en sus casas, que aluciarían al ver el nuevo despilfarro de la televisión pública en un programa añejo y sin pies ni cabeza que tuvo tan poca acogida que ni llegó a situarse entre los trending topic en el día de su estreno.