En sus dos primeras entregas The Wall dio jugosos premios de cientos de miles de euros a sus concursantes, mas a la tercera vino el descalabro (también en audiencias) y las concursantes se fueron con las manos vacías.

Este viernes conocíamos la historia de Miren y Maite, dos cuñadas vascas que soñaban con tener su propio negocio con lo que ganasen en el programa. Una bonita historia, pues su intención era montar una casa rural para personas con problemas emocionales, ya que una de ellas es psicóloga. Sin embargo, la historia se truncó por culpa de las bolas rojas.

Las concursantes supieron responder con tino bastantes preguntas, pero las esferas de color rojo, que quitan dinero al premio final, lograron ponerlas a cero ya en la primera fase, algo que se convirtió en una dinámica, llegando a caer en la casilla que resta 100.000 euros. De haber aceptado el trato del programa, habrían logrado 18.000 euros, pero Maite rompió el contrato desconociendo que no tenían absolutamente nada acumulado.