Que Feliciano López fuese el invitado este martes a Mi casa es la tuya como la estrella de la integridad me hizo pensar: ¿tenemos una televisión machista en España? Ha tenido que pasar mucho tiempo para que se deje de hablar de televisión basura, pero parece que no ha dejado de haber una televisión de primera y una de segunda. Pero ahora ya no se divide por cadenas, sino por programas.
Parece que una mujer que se sienta a hablar de su vida en Sálvame Deluxe es menos íntegra que un hombre que lo hace de forma estirada con Bertín Osborne. Parece que los segundos tienen algo más de clase. ¿Es por el programa o es porque se ha tratado a la televisión más dedicada al mundo femenino de segunda?
La televisión, como el periodismo o el mundo en general, se ha vuelto algo delicado a eso de los pequeños machismos. Nos hemos sensibilizado y ya no se pueden hacer los chistes que escuchábamos hace años con mucha normalidad. Tal vez demasiada normalidad. Han sido las redes sociales las que han hecho que un pequeño mensaje tenga mucha más resonancia. Ya no nos sentimos solos cuando damos nuestra opinión y eso nos ha hecho más fuertes.
Pero todo lo bueno tiene su cara B. La unión ha hecho la fuerza y, por lo tanto, las televisiones se sienten cada vez más intimidadas a la opinión pública. Se han vuelto más miedosas y por eso la televisión sufre tan poca innovación en estos últimos años. Se han acomodado en el conformismo ante el miedo de meter la pata hasta el fondo.
Ha sido un año complicado para Pablo Motos y su nido de hormigas. De ser uno de los programas preferidos por el público, se ha topado con un sinfín de críticas por parte de muchos espectadores que acusan al presentador de machismo por ciertas preguntas a sus invitadas. Algunas preguntas equivocadas, pero no todo es una lucha de poder entre hombres y mujeres.
Las mujeres tienen que escalar muchos más escalones para conseguir ser presentadoras y estar en la primera fila
Para ver machismo ampliaría un poco la vista y alejaría el zoom. Los hombres son los que mandan en la televisión. Los jefazos de nuestras teles son hombres y eso se nota y se huele en lo que termina emitiéndose. Las mujeres, o tienen una amplia trayectoria a sus espaldas o tienen un escote. A pesar de que muchas tienen las dos cosas, sólo consiguen ser colaboradoras de programas de éxito capitaneados por hombres. Las mujeres tienen que escalar muchos más escalones para conseguir ser presentadoras y estar en la primera fila.
No se puede hablar de que Telecinco sea una televisión machista. Es la cadena que más oportunidades da a mujeres para que se pongan al frente de nuevos formatos. Tal vez porque es la cadena que más conecta con las mujeres. Sin embargo, tiene en su programación uno de los programas más criticados por las propias mujeres: Mi casa es la tuya.
Una Carolina Cerezuela que se queda en la cocina con la mujer de Bertín mientras los hombres hablan de sus cosas. Una Sara Carbonero que tenía que mirar las patatas porque ella era “la que sabía”. Una Malú que dice que quería ser veterinaria: “muy guapa. Yo te hubiese contratado”, decía Bertín. Micromachismos, lo llaman ahora. O, tal vez, la vida.
Vivimos en un país en el que José María Aznar le metió un bolígrafo en el escote a Marta Nebot sin pestañear; un país en el que las mamachicho eran las estrellas de la televisión; un país en el que hay debates futbolísticos donde se dice con sorna que “el fútbol no es para señoritas”. ¿Vivimos en un país machista o sólo nuestra televisión es machista? Tal vez la pequeña pantalla sólo sigue demostrando lo que en el día a día es tan complicado cambiar.