Con el nacimiento de las privadas muchos programas pusieron sus ojos en lo paranormal o lo esotérico para rellenar su programación. Desde programas cómicos como ¡Al ataque!, que encumbraron al curandero Carlos Jesús, hasta otros de tono más serio como La otra dimensión, en Telecinco, que ofreció imágenes tan inimaginables hoy día como un sanador que operaba psíquicamente a personas con discapacidad delante de las cámaras.

En verano de 1993, el veterano periodista Andrés Aberasturi se propuso poner a los espectadores En los límites de la realidad, un programa con nombre de película de ciencia ficción de los ochenta y que comenzó a emitirse el 14 de junio en Antena 3. 

Cada semana de las trece que duró Andrés, que también era el director del formato, exponía tres casos, dos de origen extranjero (producidos por otras televisiones) y uno español. El caso del gnomo de Gerona, el poltergeist que se vivió en la oficina de la editorial Plaza & Janés de Málaga, la Santa Compaña o el caso del vampiro de Pontevedra –que acabó siendo carne de Crónicas Marcianas con su canción Paca te clavé la estaca– fueron algunos de los reportajes que se emitieron.

Curaciones milagrosas por intervención de la Virgen, el caso de una galerista de arte a la que su limpiadora le hizo mal de ojo o el caso de la francesa hermana Yvonne, una monja poseída el demonio, fueron otros tantos de los casos que se trataron, y que posteriormente eran debatidos por parapsicólogos, sacerdotes o psicólogos.

Huir de los reality shows

 "Intentaremos huir de los reality shows clásicos para contar historias cotidianas, que están ahí y que pasan; nos ocuparemos de casos de actualidad e intervendrán expertos en cada tema. Nuestra intención es que el programa sea también divulgativo", afirmaba entonces Aberasturi, quien tenía un punto Hitchcock al inicio del programa haciéndose pasar por fantasma, o cruzando puertas que teóricamente tenían salida en el más allá.

El presentador solía hacer hincapié en la veracidad de las historias, que siempre contaban con el testimonio de sus protagonistas. Así, el vampiro de Pontevedra no titubeaba ante la cámara para decir que era la reencarnación del verdadero Vlad Tepes y ue bebía sangre, o una señora contaba con pelos y señales cómo de pequeña se encontró con la Santa Compaña en un bosque de Galicia, y cómo se encontró en el cortejo fúnebre a una vecina que fallecería unos días después. Unos testimonios que a día de hoy solo tendrían cabida en Cuarto Milenio.

Autocensura con la chica de la curva

Todos los programas solían contar con tres casos, pero hubo una excepción. Fue el 5 de julio, cuando se iba a tratar de la conocida como Chica de curva de Icíar, un caso de una aparición fantasmal en el País Vasco relacionada con la muerte de una mujer natural de Zarauz que murió en un accidente de tráfico. Según afirman testigos, el espectro de la mujer realiza autoestop y tras montarse en los coches que la paran avisa de la peligrosidad de una curva, para luego desvanecerse.

Sin previo aviso, el programa suprimió el reportaje, que se había anunciado en prensa a modo de promoción, y como el espacio iba grabado no se dio ninguna explicación; de hecho, fue el programa más corto de toda la temporada.  

No obstante, en la siguiente emisión, Aberasturi explicó lo sucedido. “Una hora antes de emitirse el programa nos llegó Antena 3 la noticia de que uno de los segmentos, el de una chica que se aparecía en la curva, podía herir la susceptibilidad de una determinada gente, porque no fue como los datos oficiales que teníamos nosotros, la realidad no era así. La familia nos llamó, nos puso en aviso, y ante la duda, pese a los derechos y la legalidad, preferimos eliminar ese segmento para no hacer daño a nadie”, afirmó a cámara el presentador.