Esta semana conocíamos que Telecinco le arrebataba a Antena 3 los derechos para volver a emitir Factor X, el talent show musical que Cuatro emitió en sus orígenes, allá por 2007. Un formato de origen estadounidense que pese a nacer con modestia rompió los moldes de este tipo de concursos en televisión nacional, de los que Operación Triunfo era el máximo exponente.

Y es que tan grande era la brecha de OT, que incluso formatos extranjeros como Popstar se reinventaban fijando sus ojos en el talent de Gestmusic, en lugar de hacer fortaleza de sus diferencias. Hasta que llegó Factor X en su primera y potente edición. 

Esto fue lo que Factor X aportó a los talents españoles.

Impecables puestas en escena

Operación Triunfo nos ofreció en sus primeras ediciones a chavales jóvenes vestidos con ropas sencillas y puestas en escena no más elaboradas. Poty fue el responsable inicial de las coreografías, que se podían resumir en paso, palma, giro, paso. Nunca veíamos un atrezzo en el escenario, un apoyo visual, nada que permitiese a los concursantes brillar e integrarse en un show. Y cuando lo había, no sabías si era peor, como aquella actuación con Hoppelesly devoted to you con Idaira y Sandra dando vueltas en moto por el escenario.

Sin embargo, Factor X ofrecía pequeños conciertos, lograba contar una historia en cada uno de sus números. Angy cantó Don’t speak rompiendo precintos de seguridad, Yolanda Yugueros nos trasladó a un bosque con su interpretación de La fuerza del destino, y Sometimes a un burdel con su Smells like teen spirit, por citar unos ejemplos.

No solo jóvenes

Con OT o Popstars, todo por un sueño, veíamos exclusivamente a personas jóvenes, mayores de edad pero ninguno de más de 30 años, que querían comerse el mundo musical. Factor X dio visibilidad a todos esos artistas que no entraban en esos cánones, con participantes mayores de 25, pero también adolescentes. Por poner un ejemplo, Angy tenía 16 cuando participó y el estadounidense David Hooper, 51.

Competición por equipos

En varios concursos hemos visto ya competiciones por equipos, como en La Voz, Levántate o el reciente Me lo dices o me lo cantas. Pero ya en Factor X veíamos a tres coaches, cuando aún se usaba la palabra tutor para esta figura, y a su vez se dividían según sus características: grupos vocales, jóvenes de entre 16 y 24 años, y mayores de 25. Jorge Flo, Eva Perales y Miqui Puig fueron los responsables de los equipos.

Enamorar desde el cásting

Factor X no fue el primer programa en ofrecer programas sobre cómo desarrollaban sus cástings; por ejemplo, OT ya lo hizo en 2006. Sin embargo, el talent de Cuatro consiguió seducir más a los espectadores, y canciones de esas audiciones se hicieron muy populares cuando aún no existía la viralidad de hoy día, como aquella de “ponte el cinturón, protege su vida, su seguridad es muy importante”.

La convivencia

Que Popstars reuniese a sus concursantes en una academia generó asperezas con Operación Triunfo, pues en el formato original era algo que no existía. En ambos programas veíamos a los aspirantes a estrellas convivir y formarse, inicialmente desde un prisma muy blanco y emocionante. Ya en OT2 comenzó a echarse más carne en el asador para generar comidillas, como aquella reunión de Nina y Tessa en la que la directora de la academia dijo a su pupila que la veía falsa.

Sin embargo, en Factor X vimos otra forma de convivir, cercana a lo que ofrecería por aquel entonces Fama ¡a bailar!, y fuimos testigos de romances como el de Angy y su compañero David.

Concursantes con ganas de talent

Por las dos ediciones pasaron 49 concursantes, incluyendo los que formaban parte de los grupos vocales. Algunos de ellos, como Mario Jefferson, Trizia o Dámaris Martínez probarían suerte posteriormente en otros talents como Operación Triunfo o La Voz. De todos ellos, el que mayor fortuna tuvo fue Jadel, que se alzó con la victoria en El número 1 de Antena 3.

Más tarde, a raíz de esto, sí que vimos a triunfitos probar suerte en La Voz (Jorge González) o en Uno de los nuestros (Sandra Polop).

El cásting virtual

Una novedad muy importante respecto a otros formatos tuvo lugar durante la segunda temporada: la incorporación de una concursante a mitad de competición elegida a través de un cásting virtual, Laura, que consiguió alzarse con la medalla de plata en la gran final.

Un buen trampolín

El programa tuvo una audiencia modesta, con un 11,3% de media en su primer año y un 5,7% en la segunda. Sin embargo, logró impulsar la carrera de artistas como Angy, que compagina la música con la interpretación, Leyre Martínez que fichó por La Oreja de Van Gogh y lleva casi una década como vocalista de la banda, o María Villalón, primera ganadora del concurso y con varios discos ya publicados.

A la segunda fue la vencida

Pese a haber abierto un gran camino con su primera edición, algo falló en la estrategia que con la segunda temporada no funcionó. El programa tuvo ocho galas, pero a partir del quinto programa comenzaron a expulsar a pares a los concursantes, y la gran final tuvo cinco finalistas en lugar de tres, como su predecesora.