Tal vez es que el nombre ha prometido demasiado. Una revolución, dijeron. Eso ya quiere decir que se esperan muchos cambios de Gran Hermano. El hecho de haber metido 100 personas dentro de una casa y que su convivencia se haya iniciado antes del estreno hacía que todo se volviese más atractivo. Pero Gran Hermano ha terminado siendo lo mismo de siempre.
Esta primera gala de presentación del reality con más historia de España ha sido muy poco revolucionario, muy poco sorprendente. Al final el estreno ha terminado presentando a los concursantes como cualquier otro año, incluso perdiendo la potencia que tenían los vídeos de presentación o los secretos que tan bien estuvieron valorados en las últimas ediciones.
El envoltorio con el que se ha presentado este nuevo Gran Hermano (sin número) ha sido uno de los más potentes de toda la historia del programa. Tanto el plató como la casa han presentado un producto atractivo a la altura de un programa que ha marcado un antes y un después en nuestra televisión.
GH Revolution ha estado marcado por un plató mucho más oscuro, mucho mejor iluminado y que le concede al programa cierto aire de misterio. Sin embargo, un Jorge Javier solo, sin familiares, concedía a esta primera gala demasiada monotonía, llegando al aburrimiento en el tramo final de la presentación.
Mientras tanto, en Guadalix de la Sierra la elección de los concursantes se iba produciendo de una forma algo original, a base de luces. Las primeras elecciones han sido algo sorprendentes y visualmente muy atractivas. Sin embargo, después de tres horas de programa ya nada era lo mismo.
Gran Hermano no ha sabido aprovechar el haber metido a 100 concursantes durante dos días dentro de una casa. Y es que no han enseñado casi imágenes de esta convivencia en la que ya ha habido lloros y relaciones. A pesar de que nos hemos saltado los saludos y las presentaciones entre concursantes, de nada ha servido esta convivencia previa de cara a los contenidos de la gala de presentación. Lo único bueno es que las relaciones no arranca desde cero, por lo que nos olvidamos de las primeras semanas del buen rollo.
Jorge Javier ha jugado y se ha divertido con los concursantes, dejando atrás el teleprónter
Respecto a Jorge Javier Vázquez, uno de los puntos más polémicos de la última edición de Gran Hermano, algo ha cambiado. El presentador ha sabido hacerse con el formato y se lo ha pasado bien en esta primera gala, algo que ha transmitido en todo momento en esta eterna primera gala. Ha jugado y se ha divertido con los concursantes, dejando atrás el puro teleprónter que tanto daño le hizo en GH 17.
Al final, Gran Hermano no ha sabido presentar la revolución que nos prometieron desde hace mucho tiempo. Una promesa que se les ha vuelto en contra. Y es que este año, más que nunca, debía convencer a los espectadores desde el primer momento.