Los años pasan y, aunque han sido muchos los programas de televisión de éxito que han ido pasando por nuestra pequeña pantalla, muy pocos se quedan en la retina de algunos como formatos especiales. Son aquellos programas que lograron movilizar no sólo a la audiencia, sino que se convertían en motivo de discusión en el día a día de la sociedad. Son aquellos programas de televisión que toda cadena desea tener en su catálogo.

En el pasado se hablaba de Un, dos, tres…, El juego de la oca o ¿Qué apostamos? Después llegarían los grandes formatos de la telerrealidad, como Gran Hermano. Pero a principios de siglo nació un programa de televisión que se convirtió en todo un fenómeno global: Operación triunfo. No sólo movilizó audiencias, sino que despertó a la industria discográfica e hizo que los jóvenes escucharan música.

Ahora, una década y media después, ha tenido que volver el mismo formato a la pequeña pantalla para que todo el mundo se emocione. Desde que Operación triunfo se fuera de nuestras vidas han nacido muchos programas de televisión de éxito (y muy buenos) como MasterChef, Tu cara me suena o La Voz. Pero Operación triunfo ha despertado la ilusión que se había perdido en la pequeña pantalla.

No es fácil saber adaptarse a los nuevos tiempos de la televisión. Parecía que muchos lo habían logrado, como el éxito en redes sociales que ha tenido año tras año Gran Hermano en sus últimas ediciones. Pero el caso de Operación triunfo es bastante distinto. OT es conversación en la calle, es motivo de reunión, es debate y es sentirse enganchado a un formato de televisión como hace mucho tiempo no pasaba.

Olvídense de las galas (que no merecen ser desmerecidas) en algunos momentos. Operación triunfo es la Academia, las redes sociales, el vandalismo en El Chat de Noemí Galera, las clases, los pases de micros, el reparto de temas. Operación triunfo es saber a la hora a la que comen los concursantes, sus gustos, sus miedos y sus horarios. Es un fenómeno fan (positivo) que nunca se había visto con un programa de televisión.

Un programa de televisión hecho para las redes sociales

Ha habido muchos programas de televisión que han sido un éxito en redes sociales. Lo cierto es que la televisión es una gran aliada de Twitter. Pero con OT se ha conseguido la fusión perfecta entre el mundo online y la pequeña pantalla. Tal vez porque ha sido TVE la que ha permitido que todo su contenido pueda ser explotado en Twitter y YouTube, sin tener que pasar por la web de RTVE. Un programa de televisión hecho para las redes sociales.

Televisión sin televisor, de hecho

Acceder a su contenido y que se viralice es mucho más fácil que haber visto replicada la actuación de un ganador de La Voz, en exclusiva en la web de Telecinco. Esta política proteccionista de las privadas ha hecho que Operación triunfo haya creado una nueva forma de consumir televisión. Televisión sin televisor, de hecho.

Un casting no sólo de concursantes

Otro hecho, más allá del tipo de consumo que se está generando, es que el casting del programa ha encajado a la perfección. Se ha creado una nueva generación de triunfitos muy variopinta que identifica a muchos tipos de espectadores. Ya no son los mismos de aquella primera ronda de aspirantes a cantantes, pero tampoco son los mismos resabiados que hicieron que el formato desapareciera.

Operación triunfo también es todo lo que hay alrededor de los concursantes, tanto profesores como jurado y presentador. Ellos también son personajes necesarios en toda esta historia televisiva. 

Con el paso de las semanas, Operación triunfo va atrayendo más y va generando más fenómeno a su alrededor. Todos los que vieron en aquella primera gala un fracaso asegurado tras los grandes problemas de sonido ahora miran consternados cómo se muerden las uñas a las 16:00 de la tarde del martes esperando a ver qué tema cantará Amaia. ¿Qué hago yo viendo comer a 15 chicos? Da igual, es Operación triunfo.