Esta semana, el presidente de RTVE, José Antonio Sánchez, anunciaba en la Comisión Mixta de Control Parlamentario de RTVE y sus sociedades que la Corporación se estaba planteando abandonar el actual sistema de medición debido a que no está adaptado a las nuevas formas de consumo.
“Creo necesario recordar también que Radiotelevisión Española es un medio público no comercial y, por lo tanto, los parámetros que rigen las mediciones podrían no tener en cuenta nuestro resultado real”, explicaba Sánchez.
RTVE debía implementar una serie de cambios para que no prevelezcan los intereses comerciales
Por una parte, a Sánchez no le falta razón en lo de que el actual sistema de medición no está adaptado a las nuevas formas de consumo. Pero, por otra, es inevitable pensar que la petición de la cadena pública está dirigida a maquillar los malos datos de audiencia de algunos de sus programas.
Por ello, antes de solicitar abandonar el sistema, RTVE debería implementar una serie de cambios en su política para que no prevalezcan por más tiempo los intereses comerciales de los operadores a la hora de valorar si un producto ha sido un éxito o no.
En lo que se refiere a las audiencias, la cadena pública debería centrar más su discurso en el número de espectadores que consiguen sus programas en vez de en la cuota de pantalla, como así hace actualmente hasta el punto de alargar sus programas hasta la madrugada.
A ello habría que añadir, además, la supresión del access prime time, cuyo único objetivo actual es alargar la duración de sus programas de prime time para arañar cuota de pantalla en la madrugada.
De esta forma, RTVE conseguiría mejorar los datos en espectadores de sus programas de prime time ya que cuanto menos tiempo dura un programa es más fácil fidelizar y lograr más espectadores; a la vez que escucha a aquellos espectadores que piden un horario saludable.
El valor social y educativo
Asimismo, si realmente RTVE no quieren que prevalezcan por más tiempo los intereses comerciales a la hora de valorar las audiencias, debería plantearse hablar más del valor social y educativos de sus series y programas. Y es que, más allá de la audiencia, la televisión pública debería velar más por la calidad de sus contenidos.
Es, por ejemplo, el caso actual de Operación Triunfo. El beso que se produjo el pasado lunes en directo entre Marina y su novio transgénero se convirtió en la imagen del día en los medios y ayudó a que los espectadores tuvieran una buena imagen de la televisión pública.
Y lo mismo ocurrió con El Ministerio del Tiempo, una ficción con un alto valor educativo. La serie conseguía cada semana que Goya, Velázquez o Picasso se convirtieran en los temas más comentados del momento, lo que permitía que el público recordase o conocieran a personajes relevantes de la historia de España; o ayudaba a profesores a explicar la Historia de España.