Tengo 14 años. No empecé a ver 'OT' desde el primer día. Ya habían pasado dos galas cuando, por aquello de que alguien te lo comenta en el instituto, decidí poner La 1 un lunes por la noche. Operación Triunfo, un programa del que, de pronto, todo el mundo habla.

A esta edad te sientes la persona más mayor del mundo. Sin embargo, me encuentro imprimiendo fotografías de los cantantes que se suben cada día a ese escenario. En clase no se habla de otra cosa que de los concursantes de Operación Triunfo. De hecho, es una conversación que une a profesores y alumnos.

No se lleva mucho eso de comprar música y ahora me sé incluso una ranchera. Nos sabemos las letras, las interpretamos como si fuésemos esos chicos que salen por la televisión. Imprimimos las letras de las canciones de cada gala para poder cantar en el recreo. Hasta los chulos de la clase han caído rendidos a un programa musical.

En plena Navidad, anuncian que los chicos de los que todos hablamos a todas horas van a salir de la Academia a firmar su primer disco. Será la primera vez que podamos ver a los chicos en carne y hueso. Mi familia entiende que me gusta mucho ese programa de televisión, pero para ellos es un programa más. No llegan a comprender mis ganas por estrechar las manos de estas personas. Por eso me quedo en casa, resignado, pensando que en ese mismo momento cientos de personas estarán conociendo a mis ídolos.

Su CD de Navidad entra a engrosar mi corta lista de música en casa. Y es que eso de comprar un disco original ya no se lleva mucho. Pero para mí es una liberación, una forma de tener a mis ídolos un poco más cerca. Una forma de alejarme de los problemas y pensar que los sueños se pueden cumplir algún día. Algún día puedo ser yo.

En realidad tengo 30 años y todo esto no es más que un recuerdo de aquello que una vez viví. Ya ha pasado mucho tiempo desde que aquel joven se compró aquel primer disco doble que vendió más de un millón de copias de la primera edición de Operación triunfo. Ya ha pasado mucho tiempo de aquellos primeros conciertos, de aquel día en el que tu favorito sacaba su pimer disco en solitario al mercado. Y, sin embargo, todo se vuelve a repetir.

Ese mar de personas del que hace mucho tiempo yo formé parte

Este sábado estuve dando un paseo por El Corte Inglés de Alcorcón, mi ciudad. Allí ha sido donde cuatro concursantes de la actual edición de Operación triunfo han estado firmando su primer disco físico. Y allí ha sido donde se han dado un su primer baño de masas. Ese mar de personas del que hace mucho tiempo yo formé parte, entonando las canciones de los que ahora son sus héroes.

Ahora veo Operación triunfo de una manera muy diferente. Como periodista, escribo sobre ello cada día, sobre la revolución que está suponiendo para la televisión de hoy en día. Como espectador, me gusta haberme encontrado un programa que nos haya vuelto a juntar alrededor de una pantalla y la noche de los lunes se ha convertido en algo especial.

Este sábado he vuelto a ver las caras de los adolescentes que una vez fuimos nosotros. Ilusionados por tener un garabato en el CD que nos acabamos de comprar. Era la primera fotografía con ese artista que parece hablar por nosotros cuando abre la boca. Es la carrera de un artista que marcará nuestros próximos años. Y, sobre todo, marcará nuestras paredes de posters y postales.

'OT' es el apoyo que muchos jóvenes necesitaban. Un empujón de adrenalina y autoestima

Este Operación triunfo, visto desde fuera, se ha convertido en una gran revolución social para muchos jóvenes. Se ha convertido en la respuesta a mucha represión en las aulas. En levantar la barbilla para sentirse orgulloso de lo que uno es y lo que muchos sienten. Es el apoyo que muchos jóvenes necesitaban. Un empujón de adrenalina y autoestima. Esa es la ilusión que ha generado un programa de televisión y que ha terminado reflejada en las caras de cientos de jóvenes este sábado. Un programa que ha demostrado que los marginados, unidos, son mucho más fuertes de lo que ellos creen.

Este sábado se ha demostrado que no hemos cambiado tanto con el paso del tiempo. Puede que ahora exista internet para todos, móviles con los estar informado al instante, un canal 24 horas en abierto, Netflix, HBO, Movistar+… Sin embargo, llegados a una edad, todos estamos necesitados de lo mismo: de un modelo a seguir, de una ilusión.

Operación triunfo ha llenado ese hueco vacío de muchos jóvenes con mayor potencia que nunca

Operación triunfo ha llenado ese hueco vacío de muchos jóvenes con mayor potencia que nunca. Nosotros, con más años a nuestra espalda, lo vivimos como un fenómeno del que sabemos tomar algo de perspectiva. Pero ellos necesitan vivirlo así, como si no hubiera un mañana. Se merecían tener un programa de televisión que les marcara como OT hizo con nosotros.