TVE ha sido en estos últimos años una cadena conservadora, retrógrada e incluso algunas de sus decisiones han dado por hecho cierto aire homófobo en los despachos de la Corporación. Pero ha llegado un programa a la televisión para romper todas esas barreras sociales que había alejado tanto a los jóvenes de la televisión pública: Operación triunfo.
Desde el principio, el casting que había preparado el programa musical para su regreso a la televisión dejaba muy claro que era diferente al de sus primeros años. Si bien en aquella primera edición se buscaron chicos que arrasasen entre las jovencitas y rompieran más de un corazón, este año se ha intentado buscar una variedad sexual a la que incluso la música está poco acostumbrada.
La música es un universo todavía muy conservador. De hecho, existen ciertos contratos en los que se prohíbe a ciertos artistas del panorama nacional salir del armario o hablar de sus gustos sexuales de forma pública. Por eso es tan importante lo que Operación triunfo está haciendo por el mundo musical.
La televisión pública ha normalizado que una chica bese a su novio transexual en el horario estelar. Dos chicos se besaban el pasado lunes sobre un escenario después de cantar su canción. Una TVE a la que no estamos acostumbrados y que, por muy extraño que parezca, se parece ahora mucho más a la televisión pública de hace varias décadas.
A esto hay que sumar las charlas que los concursantes están teniendo en la Academia. Y es que las clases que reciben los chicos no sólo las escuchan los alumnos, sino que todos los espectadores del canal 24 horas se convierten en alumnos indirectos. Los jóvenes, muy seguidores de la vida en directo dentro de la Academia, están recibiendo un máster en responsabilidad social que no tiene precio.
Operación triunfo ha conseguido inocular el antídoto de la normalización que tanta falta hacía en la televisión pública
La TVE de Pilar Miró, de La bola de cristal, de Viaje con nosotros o de La edad de oro. Programas y personalidades transgresoras que crearon una TVE que ahora los jóvenes no conocen y que incluso no se creen que existió. A base de pequeñas inyecciones, Operación triunfo ha conseguido inocular el antídoto de la normalización que tanta falta hacía en la televisión pública.
En tiempos en los que la televisión se había acomodado y se repetía constantemente. En tiempos en los que TVE se había convertido en todo lo contrario a una televisión pública. En tiempos en los que la televisión necesitaba cosas nuevas e historias nievas ha tenido que venir un programa del pasado para renovar la forma de contar las cosas. Y es que Operación triunfo utiliza la verdad, como las sinceras charlas de Noemí Galera a los concursantes, como su gran arma. Algo que, al final, ha sido valorado.