Un grupo de periodistas se reúne en pleno centro de Madrid, en Moncloa. Queda cerca de aquel sitio en el que muchos estudiamos Periodismo hace algunos años. Y todo esto para que te haga ilusión visitar una de las casas más famosas de la televisión: la de las Campos.
Allí, un autobús nos recoge a todos como si de una excursión se tratara. No se habla de otra cosa que no sea de ellas, de las protagonistas del programa de Telecinco. Todos hemos visto cómo es su casa por dentro varias veces, como si fuera un plató de televisión. Pero ahora todos formaremos por unos minutos parte de ese mundo.
El viaje no es corto. En Las Rozas, uno de los municipios más ricos de Madrid, hay que cruzar muchas calles escondidas hasta llegar a su gran mansión. La que fuera reina de las mañanas televisivas durante muchos años vive en la calle Camino Real. Llámenlo casualidad, pero parece que la periodista María Teresa Campos nunca ha querido levantarse de ese trono y no le gustó que nadie le quitara la corona.
Las puertas de aquella mansión se abren de golpe. A lo grande, como si de una película de Hollywood se tratara. Ellas son nuestras Kardashian. Y no nos podemos quejar del esfuerzo que hacen por dar momentos a la audiencia. Dentro espera María, otra estrella de este show al que ellas no quieren llamar reality por aquello de mantener un estatus. La asistenta del clan es la que guía a los periodistas por la casa y se lleva los primeros flashes de los fotógrafos.
Todo lo que hay en esa casa causa sensación. Una silla. Foto. Un armario. Foto. Un jarrón. Foto. Un reloj. Foto. La casa de las Campos es un museo andante. Como japoneses en The National Gallery, con móvil en mano, todo queda capturado. De hecho, hay cierto agobio por si ese momento se acaba de un momento a otro y no se ha podido capturar cada esquina de aquella casa.
La llegada de la familia real
Ya en el salón principal, tres sillas esperan a recibir a su familia real. Dos más pequeñas para las princesas, sus herederas, y una más grande para la matriarca del clan. La que lleva la batuta y la que controla los tiempos de esta historia. Carmen Borrego, la más nueva en este universo, es la primera en sentarse con los periodista. Siempre muy cómoda detrás de las cámaras, al final ha terminado cayendo en la tentación de ser un personaje más de esta vida televisada. Después llega Terelu, la estrella reconvertida en musa del GIF, del meme y del trending topic.
Aunque interesa mucho lo que tienen que decir, de vez en cuando la mirada se vuelve a ir a la habitación, a observar los discos que hay metidos en la cadena, a las fotos de ellas que hay en una estantería. Pero, de pronto, llega María Teresa Campos. Llega para hacer callar. Ella, que ha sido y es una de las grandes caras de nuestra televisión causa silencio, causa respeto y a la vez admiración.
Durante una casi una hora, las preguntas de los periodistas se fueron sucediendo. Micrófono en mano, en algunos momentos daban ganas de hablar con ellas de tú a tú, sin cámaras y sin grabación. Dan ganas de preguntar: ¿a vosotras no os apetece mandar a toda esta gente (a nosotros) a la mierda en este momento por tenernos aquí en el salón de vuestra casa? Pero seamos algo moderados. De nuevo, vuelvo a mirar al techo mientras ellas hablan para ver la gran lámpara que cuelga del techo. ¡Ya me he vuelto a perder lo que estaban diciendo!
¿Por dónde íbamos? Sí, están contando que en esta nueva temporada de Las Campos se van a Nueva York, Miami y Japón. Se convertirán en la Audrey Hepburn, la Marilyn Monroe y la Carrie Bradshaw de la televisión española en esta primera entrega que se estrena el miércoles por la noche. Los detalles poco importan. ¿Podré hacerme una foto con ellas cuando se termine todo esto?
La profesionalización del personaje
Esa es la sensación que produce el clan Campos. Tal vez haya momentos en los que dé un poco igual lo que estén diciendo, lo bueno es que están diciendo algo. Lo bueno es que están. Lo bueno es que son. Y por eso da igual que nos hayan sentado con ellas durante una hora de tiempo. Nuestro gran premio es la foto de después, la que terminará en los grupos de whatsapp de todos tus amigos, de toda tu familia, de todas tus redes sociales.
Tras esta anecdótica rueda de prensa, toca un pequeño brindis. Y, por fin, la fotografía. Todos posamos. Todos sonreímos. Sabemos lo que estamos haciendo en ese momento. Hecha la foto, trabajo completo. Miro mi cuaderno de notas. Hay varias hojas con declaraciones de las tres escritas. ¿Qué más da ya lo que hayan dicho? Yo ya tengo mi fotografía y con eso es suficiente.
Después de dar una vuelta por aquella casa mientras se terminan de hacer las últimas fotografías voy al baño aunque no tenga ganas. ¿Quién puede resistirse a hacerse una foto en ese espejo? Me pongo el abrigo y miro para atrás. No se volverá a repetir. He estado en la casa de María Teresa Campos.