Un año más, y ya van diez, Joaquín Prat se queda a cargo de El programa de Ana Rosa durante las vacaciones de Ana Rosa Quintana. Una tarea que apenas le da para poder tomarse un descanso durante las dos últimas semanas de agosto. Algo que, sin embargo, lleva bastante bien pues no todos los días dan la oportunidad de ponerse al frente de un programa líder.
Con motivo de ello, en BLUPER hemos hablado con el presentador, que también se ha mojado sobre el nombramiento de Màxim Huerta como Ministro de Deporte y Cultura y su posterior dimisión, o sobre su altercado con José Antonio Camacho.
¿Qué tiene Ana Rosa para ser líder?
Cercanía, piel, sensibilidad. Una especie de sexto sentido para acercarse al espectador.
¿Cómo es como compañera?
La mejor. Sabéis mi trayectoria profesional y he tenido jefes de todo tipo y he aprendido de todos. Ana, además, por circunstancias de la vida es amiga. Ella tiene unos mellizos que tienen la edad de los míos, que se han hecho muy amigos y al final compartimos tiempo fuera del trabajo. Y es madrina del pequeño mío. No lo decidí yo. Algunos dirán que soy un pelota, pero fue mi mujer la que decidió que fuera ella la madrina.
Ana Rosa está ahora más relajada. Es como si se hubiera quitado un peso de encima
¿Ha cambiado algo desde que no es tu jefa directa?
Es que nunca fue mi jefa porque yo tengo contrato con Mediaset. También es eso, no tener una dependencia de la productora, te permite situarte en otro lugar.
¿Está más relajada?
Sí, se nota. Los compromisos que Ana arrastraba, le ocupaban toda la tarde. Ahora está más relajada. Es como si se hubiera quitado un peso de encima. Con Ana siempre ha sido fácil trabajar. Llevo diez años en el programa y nunca he escuchado un grito en el programa. ¿Quién puede decir eso de un jefe o una jefa? Incluso a mi me ha pasado con algún vídeo y luego pensaba: si no lo hace la dueña del cortijo, no lo hagas tú. Y eso es extrapolable a otra gente que ha pasado por el programa y yo les decía que Ana Rosa no lo haría. Y no digo más.
Coges pocas vacaciones...
Dos semanas hacia finales de agosto cuando ya está todo el pescado vendido.
El otro día se te veía alterado con el abogado de La Manada…
Es como los políticos que se dicen de todo en la tribuna del Congreso y luego los ves saludándose por los pasillos. El fragor del debate puede parecer que entras en el terreno personal o la descalificación, y no es así. Cuando eres un poco visceral y tienes una forma de rebatir la opinión de otro, quizá parece que nos llevamos mal. Pero no es así.
Igual que con Inda...
Y Eduardo es amigo.
Ahora, la Mundial fue un experimento. No conectó con la audiencia y ya está.
¿Por qué se cerró Ahora, la Mundial? ¿audiencias o la fórmula no gustó?
El programa se plantea como un experimento para intentar enganchar a la audiencia en el post partido desde otra perspectiva. No conectó con la audiencia y esto pasa en televisión. No ha funcionado y ya está.
¿Te diste cuenta del gesto de Camacho?
No lo vi. Quizá habría que preguntarle a él por qué se quita los cascos y hace ese gesto. No sé si era porque estaba cansado, porque le entraba muchos audios o porque sencillamente no le apetecía. Yo he vivido muchas situaciones así, de gente que entra en el programa y dice algo inconveniente y tú lo tienes que capear de la mejor manera posible. Quizá yo me expresé mal. Yo quería incorporarles al debate, pero sólo quería hacerle dos preguntas concretas para dar continuidad a los programas.
¿Has recibido algún mensaje suyo?
No, pero tampoco lo esperas. Tampoco lo conozco, solo de saludarlo. Esto es como los que se dicen de todo en el terreno de juego... Sus razones tendrá.
Màxim Huerta no merecía lo que le ha pasado
¿Has podido hablar con Màxim Huerta?
No he hablado con él. Yo le he mandado un mensaje, pero entiendo que necesita espacio y tiempo para situarse. Yo lo necesitaría. Le deseo lo mejor. Siento que haya sido así. Hemos tenido una relación personal y profesional excelente.
¿Hizo bien en dimitir?
Sí. Pero no se merecía esto.