Mi madre cocina mejor que la tuya se estrenó esta semana con cierto revuelo en las redes sociales, que acusaron al programa de machista. Y es que muchos espectadores se preguntaban cómo era posible que en pleno siglo XXI la televisión siga exponiendo que la cocina es el territorio de las madres.
El programa no quiere enfrentar a familias en cuyas cocinas se haga mejores guisos que en la de al lado, aquí las protagonistas son las madres, las que presuntamente han tenido que ponerse al frente de los fogones para dar de comer a sus hijos. Solo faltaba que de un momento a otro apareciese como presentadora alguna antigua reina de la mañana y que se dirigiese a su audiencia como "queridas amigas".
Por si esto fuese poco, el programa tuvo chistes ya anticuados sobre ciertos alimentos como las pechugas, asociando los pechos femeninos con estas. “Parece que tienen algún problema con las pechugas, con la codorniz no con sus pechugas”, decía en cierto momento el presentador Santi Millán, en un alarde de humor tan anticuado como Pepe en Masterchef cuando hablaba del postre conocido como chochitos y lo mucho que le gusaban.
La televisión tiene que saber adaptarse a los nuevos lenguajes, a romper estereotipos, y ni el título ni el contenido de Mi madre cocina mejor que la tuya refleja avances. Hay que dejar los micromachismos que cosifican a la mujer o que inducen a pensar que la cocina es su entorno natural, hay que integrar al hombre en las obligaciones domésticas, y que el humor de hacer chistes de tetas, culos y pitos ya apesta.
No es la primera vez que vemos errores de este tipo en algún programa de televisión; en Masterchef, como se ha citado, son muchos los comentarios fuera de lugar que se oyen, con miembros del jurado que preguntan a una señora si tiene permiso de su marido para concursar, o con chistes sexuales variopintos y desafortunados sobre lo nervioso que se puede poner un concursante o un jurado cerca de una mujer atractiva.
El modelo de familia
Mi madre cocina mejor que la tuya también podría integrar a los actuales tipo de familias que hay, que no es que cada vez sean más diversas, sino que son más visibles. Porque familias en las que no hay un padre una madre, o familias con dos miembros del mismo sexo ha habido toda la vida, solo que ahora no es algo de lo que se hable en voz baja ni que haya que ocultar. ¿No podría haberse llamado En mi casa se cocina mejor que en la tuya, por ejemplo?
Pero tampoco es el primer programa que falla en su planteamiento, cerrando las puertas a la diversidad y a todo lo que no sea una familia o una pareja tradicional.
En verano de 2017, Televisión Española discriminaba a las personas homosexuales en su formato Hotel Romántico, en el que solo los heterosexuales podían encontrar el amor (tal como ocurre con MYHYV, dicho seade paso, que aún espera un tronista homosexual y que podría ser Jorge Javier). O yéndonos más atrás, encontramos Quién manda aquí, en la misma cadena allá por 2014, un programa en el que podían concursar las familias siempre que no fuesen LGBTIQ.
El revés que supuso 'La casa de tu vida'
Y esto es un atraso, sobre todo, cuando tenemos algunos formatos que supusieron una revolución a las parejas y familias tradicionales, y que abrieron un campo que no siempre se siguió abonando. El más importante, sin duda, fue La casa de tu vida, que en su primera edición tuvo como finalistas a dos amigas y a una pareja gay, quienes contaron con el apoyo del público por encima de otras parejas heterosexuales. Juanma y David fueron entonces quienes lograron las llaves de la casa, aunque el premio acabaría deteriorando la relación de ambos.
También encontramos otro ejemplo en Hasta que la tele nos separe, en 2006, una nueva versión de aquel Luna de miel de Mayra Gómez Kemp que presentó Paz Padilla y en el que participaban parejas de recién casados, y entre las que vimos varias homosexuales en pruebas de ingenio y de esfuerzo físico.