Dentro de la programación de Cuatro, Ven a cenar conmigo se ha encumbrado como uno de sus programas más estables. En la actualidad, el formato en el que cinco personas que no se conocen de nada compiten por ser el mejor anfitrión ronda una media del 5%, solo unas décimas por debajo de la presente media de la cadena. Un dato que logra mejorar la audiencia de las series de la tarde y Noticias Cuatro, pero es que si el programa además está protagonizado por famosos, se puede arañar algún que otro punto más (el día que Raquel Bollo fue anfitriona logró un 7,2%, por ejemplo).

Fue hace casi un año cuando arrancó esta nueva etapa del concurso de la mano de Mediaset (que tiró de agenda y nos mostró a antiguos participantes de First Dates, Mi madre cocina mejor que la tuya o personas del universo Sálvame, dicho sea de paso). La cosa funcionó tan bien que pronto se hizo una versión Gourmet, con famosos como Rappel o Ana Obregón ofreciendo sus mejores delicias culinarias a Lucía Etxebarria o Víctor Janeiro.

Un programa estrenado en 20008

Este verano se han cumplido precisamente los diez años del estreno de Ven a cenar conmigo. Vio la luz a finales de 2008 y se consolidó en el verano de dicho año, entonces, de la mano de Antena 3. La mecánica de entonces era la misma que la actual, con personas intentando ser el mejor anfitrión, mientras una voz en off va narrando lo que sucede entre fogones y manteles. Se mantuvo en la parrilla hasta el año 2010, primero a las 20,15 horas, y más tarde a las cuatro de la tarde en una última etapa.

Sin embargo, lo que hace diferente a aquella primera etapa respecto a la de Cuatro es que el canal de Mediaset ha sabido darle ese aire tan propio que otorga a todos sus realities, lleno de comentarios mordaces acompañados con una música muy acertada y efectos de sonido descacharrantes. Y es que es innegable que de haber vuelto en Antena 3 o laSexta, el programa no hubiera sido lo mismo, no hubiese sido tróspido.

Lo que marca la diferencia

La voz de Luis Larrodera y su naturalidad al soltar zascas por doquier son una de las principales señas del programa; por razones de guion, Larrodera se convierte en un narrador omnisciente la mar de gamberro (por no decir algo más fuerte) pero encantador, con el que no te podrías enfadar. Es como ese niño que suelta un taco y te ríes en lugar de regañarle. 

A esto le sumamos esa música que acompaña a cada participante, y que nos da pistas de cómo es, o mejor dicho, de cómo proyecta ser: un pijo, una choni, alguien que se cree top model, o un comensal que cree que tiene el arte corriendo por sus venas. Y como espectador, disfruto con todos esos pequeños detalles que hacen a un programa tan aparentemente pequeño algo muy grande, con cosas tan simples el sonido de los timbres, ya que gracias a la edición cada casa tiene su propio sonido, acorde a la personalidad del dueño… o no. Eso es lo de menos.

Además, Ven a cenar conmigo suele venir en pack con otro reality tróspido, First Dates, en el que las personas van a buscar el amor pero con una edición no menos gamberra. Y ya sea como aperitivo si va antes que el dating de Sobera, o como postre si va después en su versión Gourmet Edition, logran forma un pack televisivo la más que consistente.

Un formato versátil

Una de las cosas más interesantes de Ven a cenar conmigo es que es un programa versátil, como poco a poco ha ido demostrando Cuatro. Así, se pueden ir añadiendo o quitando reglas, como el poder modificar una nota al final de la semana, el conocer la nota que te ha puesto uno de tus rivales, o el participar por parejas, como llegó a hacer Antena 3.

Además, el número de comensales también puede variar, ya que en la versión Gourmet vemos competir a cuatro famosos, mientras que en la diaria son cinco los anónimos que compiten, lo que permite a la cadena poder reinventar el formato para ofrecer nuevas experiencias al espectador.