Movistar+ ha sabido encontrar la estabilidad perfecta con Gigantes. Este viernes se estrena su nueva ficción original, arropada por el nombre de Enrique Urbizu (No habrá paz para los malvados), y la plataforma por fin puede presumir de haber estrenado una serie arriesgada, más característica del pago, y a la vez que no cae en el snobismo de muchos títulos anteriores.
Gigantes ha encontrado el tono que se le exigía a Movistar+. Más allá de las grandes comedias estrenadas el pasado año, la plataforma no había logrado títulos que llegasen al público a través del boca-oreja. Pero el caso de Gigantes es bien distinto, pues es la producción por la que yo pagaría Movistar+.
Oscura y siniestra, maquiavélica y sangrienta, Gigantes encuentra el arte en lo más inmundo de cada persona. Con José Coronado como cabeza de cartel y como gran atractivo para asomarse a ver la serie, una vez metido en la historia se descubren a otros actores y personajes con tanta o más fuerza.
Gigantes comparte rostro protagonista con Vivir sin permiso (Telecinco). José Coronado se mete aquí también en la piel del jefe de un clan con aires de Corleone corriendo por sus venas. Sin embargo, en este Gigantes se lleva su papel hijoputesco hasta el límite. Mucho más arrogante y esperpéntico, el actor se enfrenta a un papel mucho más redondo. Un guión que no podría haber leído en la televisión en abierto y por eso se entienden las diferencias entre ambos.
Si algo bueno tiene Gigantes es la forma en la que está planeado su consumo. El resto de dramas de la plataformas están hechos para ser consumidos con mucha delicadeza. O, más bien, con poco sueño en el cuerpo. Pero Gigantes logra despertar, estar con los ojos bien abiertos y exige al espectador a ver más de un episodio.
Con Gigantes se demuestra que hay una televisión para cada uno de nosotros. No significa que haya televisión buena y televisión mala cuando hablamos y nos referimos a las series de pago y a las series que se emiten en abierto. Simplemente, el pago se puede tomar ciertas licencias que las cadenas en abierto no pueden permitirse por aquello de vivir de la publicidad. Sin embargo, y hasta ahora, Movistar+ no había aprovechado esta posición de privilegio.
La ficción tiene mucho de El Padrino cañí. Una fórmula utilizada en la ficción, tanto en la pequeña como en la gran pantalla, de la lucha de los hijos por hacerse con un poder imaginario que es efímero con el paso del tiempo. De hecho, la otra serie de José Coronado va mucho de eso. Gigantes sabe oscurecer sin quedarse a oscuras y sabe bloquear a la audiencia sin quedarse bloqueada.
Movistar+, que ha tirado mucho de cineastas para crear su proyecto de series originales, encuentra en Gigantes el idioma de televisión que se había perdido por el camino. Y es que la plataforma se había emperrado en hacer cine en la pequeña pantalla, cuando son idiomas totalmente distintos. Hasta ahora, Movistar+ había hecho películas largas. Pero Gigantes es tele, pura tele y buena tele. No digan eso de que Gigantes es cine. Y es que la tele ya no es la hermana pequeña de nadie. Y proyectos como este lo siguen demostrando.