Cuando hace ahora una semana María pedía a Manu Guix y Noemí Galera cambiar la palabra mariconez por gilipollez en el tema Quédate en Madrid, de Mecano, pocos podían vaticinar el posterior debate que se generaría en redes sociales sobre la microhomofobia y el micromachismo en el lenguaje.
He de decir que, al no tener realmente una opinión formada, desde el principio preferí no hacer comentarios al respecto y observar como un mero espectador para así leer los argumentos de unos y otros que me ayudaran a tener clara mi posición.
Twitter se ha convertido en un campo de batalla donde cualquier mínimo comentario desata un aluvión de críticas
Recuerdo un tiempo en el que los periodistas de televisión acudíamos a Twitter a debatir con otros compañeros y, así en el debate, enriquecernos. Sin embargo, de un tiempo a esta parte y, son cada vez más los que lo defienden este pensamiento, Twitter se ha convertido en un campo de batalla donde cualquier mínimo comentario desata un aluvión de críticas e incluso insultos.
Y eso es lo que precisamente ha sucedido en esta ocasión. He leído artículos y comentarios muy válidos que hablaban de que las nuevas generaciones nos hacían repensar y reflexionar sobre el tema. Sin embargo, por otra parte, he asistido a una guerra en la que han proliferado las faltas de respeto y los improperios. Sólo hay que darse una vuelta por redes sociales para ver cómo unos llaman a otros ‘ofendiditos’ y estos otros llaman a esos unos ‘pollaviejas’.
Es algo que me apena porque, después de que una concursante de un programa de la televisión pública haya ayudado a que se genere un debate sobre la cuestión del lenguaje -lo que viene a demostrar el necesario servicio público de La 1-, se haya desaprovechado de esta manera cayendo en el insulto fácil.
También entristece que desde la propia TVE no se haya aprovechado este debate para intentar acercar posturas entre unos y otros y con piezas en sus informativos o programas como La mañana de La 1, como sí ha hecho Noemí Galera. Al final es suya la mejor reflexión que se ha escuchado estos días.
“Llevo 30 años escuchándola y nunca me había planteado que podía ser ofensiva porque en aquella época no estaba escrita con esa intención. Pero me hace replantearme que las letras pueden tener otro significado con el paso del tiempo. Me gusta que gente joven como vosotros me hagan cuestionarme ciertos asuntos porque es la juventud que quiero para mis hijos”.