La pasada semana se conocía que Operación Triunfo cerrará las puertas de la academia el 19 de diciembre. Una edición que tendrá el mismo número de galas que la de 2017, solo que terminará antes del mismo modo que empezó semanas antes.
De este modo, hay tiempo suficiente para que el ente público prepararase, si quisiera, una interesante gala para saber cuál o cuáles de los 16 concursantes representará a España en el Festival de Eurovisión, pues ya se anunció que cualquiera de los artistas que entró en el programa podría tener dicho honor.
Como eurofan, desearía pensar que Televisión Española hará las cosas bien este año, y que ya está trabajando duro para que no se vuelva a repetir el batacazo que se pegaron Amaia y Alfred el año pasado en las votaciones. Recordemos que quedaron en una posición 23 sobre 26 países, con un total de 56 puntos.
Sin embargo, viendo lo que se ha hecho anteriormente, y con los pocos indicios ha ofrecido la cadena sobre Eurovisión, poca esperanza hay para pensar que así sucederá. El pasado mes de septiembre, Toni Sevilla, jefe de Contenidos de TVE, afirmó que este año se quería "destinar más tiempo a la creación de la canción", y poco después se confirmó que habría una gala especial en enero en la que se elegiría qué tema acudiría a Tel Aviv.
Allí se oirán temas compuestos por el público y también por autores de reconocido prestigio del panorama musical que serán invitados por TVE, canciones que en ambos casos los temas se presentarán entre el 1 y 15 de noviembre. Pero a pocos días para que comience el undécimo mes del año, no se sabe mucho más sobre este proceso, y todo huele a una nueva improvisación.
Una preselección no se prepara en una semana
En las cuatro ediciones de Operación Triunfo que han tenido como objetivo buscar al representante de España en Eurovisión, Televisión Española ha cometido el mismo fallo: la de preparar la preselección en una sola semana de trabajo. Como un examen que te estudias la noche antes con tal de lograr el cinco, y no un sobresaliente.
Así, nos hemos encontrado canciones que se asignan a dedo sin la opinión del intérprete, el cual en un escasos siete se tiene que aprender la letra de dos o tres propeustas e intentar transmitir lo mejor de sí en el escenario, como si fuese algo que naciese de él. Ojo, que aunque con prisas, en la era de Rosa López, Beth y Ramón la cosa no salió mal, y no bajamos del top 10.
Sin embargo, este 2018 el fracaso fue sonado, a pesar de que Alfred y Amaia dieron lo mejor que pudieron en Lisboa, en un escenario que no se consiguió llenar de magia por una puesta en escena que pecó de sencilla.
Lo ídoneo sería preparar las candidaturas con unas buenas semanas de ensayos, en el que se tenga claro qué puesta en escena se llevará a Tel Aviv, en la que los artistas hayan tenido tiempo de masticar bien la canción, pero todo invita a pensar que no será así. Que encerrarán a los elegidos una semana en la academia, que salga lo que la audiencia quiera, y luego ya se verá qué se hace en Israel.
¡Por favor, una preselección sin incidentes!
Además, crucemos los dedos para que la gala de preselección transcurra sin incidentes. Que en Televisión Española se han vivido galas en las que los concursantes se han tropezado porque el suelo estaba en mal estado, micrófonos que fallan y no se escucha al cantante, o votaciones del jurado que no agradan en absoluto a los seguidores del Festival. Algo que sería inimaginable, por ejemplo, en Suecia, donde la preselección de Eurovisión, el Melodyfestivalen, es un ejemplo perfecto de organización.
Sin embargo, atendiendo a nuestra propia historia, se ve que, desde el principio de los tiempos, lo de hacer las cosas a prisa e improvisadas para Eurovisión siempre ha sido algo muy español. Tanto, como que la primera ganadora de España, Massiel, se aprendió la canción en escasos quince días porque Joan Manuel Serrat, quien iba a ir al Festival en un principio, se negó tras no poder cantar en catalán. Al menos, en aquella ocasión sonó la flauta, una suerte que otros no tuvieron.