No doy crédito. Sigo alucinando con la campaña de acoso y derribo que se está llevando a cabo contra los concursantes de Operación Triunfo 2018 porque supuestamente no están funcionando como los del año pasado. Cómo se les está culpabilizando a ellos única y exclusivamente de los problemas de esta edición. Pero, ¿esto qué es? ¡Esto qué es!
¿No hubiera sido mejor dejar descansar el formato un tiempo para volver con más fuerza?
Es cierto que a estos chicos les falta la verdad y la ingenuidad de la que hacían gala el pasado año. Pero, ¿de verdad pensábamos que tras una edición de éxito estos chicos no iban a venir algo aprendidos? ¿Hemos olvidado ya la segunda edición de Operación Triunfo? ¿La tercera? ¡Cómo no van a tener cuidado al hablar de terceros viendo lo que pasó el año pasado con Vicente!
Pero, lo fácil es atacar a estos chavales de 20 años en vez de a los verdaderos responsables, decir que no están dando vídeos y que no hacen que empaticemos con ellos. Pero, ¿cómo va a ser fácil empatizar con unos nuevos concursantes si siguen vendiendo entradas para la gira de la edición anterior?
Que sí, que sí, que estos chicos no proporcionan tantos vídeos componiendo o cantando como Amaia y compañía.. y bla, bla, bla. Pero, aunque lo hicieran, ¿íbamos a enamorarnos de estos nuevos perfiles sin compararlos con los de la edición anterior?
¿No hubiera sido mejor dejar descansar el formato un tiempo para volver con más fuerza? Pero, claro, como los derechos del formato se acaban en 2019 había que producir una nueva edición. Algo completamente lógico para una productora desde el punto de vista empresarial, pero no tanto para una cadena pública. Así que, de aquellos lodos estos barros.
No creo que pueda decirse que el casting falla. Hay muy buenas voces y muy buenos perfiles que, sin una edición previa, podrían haber enamorado a la audiencia. Pero, si falla, ¿de quién es la culpa? ¿Se debe despedir a su responsable como así ocurrió con Itziar Castro hace ahora dos semanas? ¿O hay que seguir lanzando balones fuera? Largo debate ese.
Destrozándoles en directo
Pero, dejando a un lado las culpabilidades, lo peor de esta campaña es que he llegado a leer a gente en Twitter protestando porque los concursantes se deben a la audiencia, tienen que entretenerles y no tienen ni el más mínimo derecho a protestar o quejarse aunque sus jornadas vayan de 9 de la mañana a 9 de la noche. Danza para mí, bufón, ¡danza!
¿Recordamos cómo Rosa estuvo a punto de perder la voz?
¿Qué artista fuerza su voz así cantando ocho horas diariamente durante tres meses? ¿Hemos olvidado ya el caso de Rosa López? ¿Recordamos cómo la explotación a la que fue sometida durante meses casi le lleva a perder la voz? ¿Nos importa un bledo que Julia diga que tiene miedo de no recuperar su voz?
¿De verdad la audiencia del OT de los valores quiere que estos chicos no protesten si les cambian unos condiciones? ¿De verdad se puede celebrar que a unos chavales que llevan encerrados dos meses en una Academia se les lean tuits destructivos sobre ellos para destrozarlos y de paso alimentar el 24 horas?
¿Por qué las redes sociales se llenan de protestas cuando se alteran las reglas de Gran Hermano VIP al dar a los concursantes información del exterior y cuando ocurre en Operación Triunfo se celebra? Cuánta hipocresía.
No, amigos, estos chicos no han matado el espíritu de Operación Triunfo 2017. Estos chicos han sacado a la luz el verdadero espíritu de Operación Triunfo, el Operación Triunfo que una vez arropó las críticas destructivas de Risto Mejide, el maltrato a Pilar Rubio o los contratos abusivos. Otra cosa es que interesara olvidar ese pasado.