Estoy vivo no tiene los datos de audiencia de hace un año. De hecho, de estar en una televisión privada su resultado sería algo catastrófico. Pero es su carácter de televisión pública lo que hace que la ficción se merezca tener una tercera temporada el próximo año. Es televisión de calidad, con una buena crítica a sus espaldas y sirve de escudo para TVE. 

La serie de televisión protagonizada por Javier Gutiérrez y Alejo Sauras no llega a los 2 millones de espectadores. Seguramente, muchas de esas series que alabamos y ante las que nos arrodillamos de distintas plataformas de pago tampoco consiguen esos 2 millones de espectadores. Y, sin embargo, las catalogamos de éxito porque son muy buenas series y se habla de ellas.

Tal vez TVE, por su carácter de televisión sin publicidad, debería ser valorada como una plataforma de pago que juega en una liga distinta. Es una responsabilidad también de los medios de comunicación, que no deben hablar de éxito o fracaso de una serie de la televisión pública sólo analizando su audiencia. Y es que cuando TVE deje de pensar tanto en su audiencia es cuando conseguirá ser pública de verdad.

Cuando TVE deje de pensar tanto en su audiencia es cuando conseguirá ser pública de verdad

Por su carácter de televisión pública, TVE no puede hacer producciones muy exquisitas. Sin embargo, no todo tiene que ser para todos. Significa que todo el mundo pueda encontrar algo con lo que sentirse identificado en esa televisión. Y Estoy vivo debería ser juzgada como una serie de televisión del pago, gourmet, a la que menos mal todo el mundo puede acceder.

Estoy vivo es el camino que debe seguir la ficción de la televisión pública: ficción española, que no pierde nuestro acento, que no habla de taxis amarillos y que, además, se moderniza y cuenta las cosas de una forma diferente. Está totalmente alejada de lo que es una serie familiar y, sin embargo, sigue siendo una serie familiar que puede ver todo el mundo. 

En juego está el prestigio de TVE. La cadena tiene un serio problema para encontrar series de televisión que llamen un poco la atención. Más allá de Cuéntame cómo pasó, parece que los títulos de TVE pasan desapercibidos. Y Estoy vivo ha logrado pasar ese examen tan complicado con una segunda temporada que supera incluso a la primera. Tal vez es más compleja, lo que ha hecho que algunos espectadores se hayan fugado. Más arriesgada, más redonda. 

Más allá de Operación trunfo, parece que la pública tiene las puertas cerradas en las habitaciones de los más jóvenes. Pero series como Estoy vivo acercan mucho esta tele pública a los adolescentes. Y ellos también se merecen una televisión pública de calidad. Estoy vivo logra uno de sus mejores resultados en el público de entre 13 y 24 años. Si atendemos precisamente al carácter público de TVE, esta serie debería ser considerada un bien preciado para que los más jóvenes también tengan donde refugiarse.