Eva González era uno de los estandartes de MasterChef, pero lo cierto es que su papel no era crucial para el desarrollo del programa. Daba la bienvenida a los concursantes, hacía ciertas narraciones en las pruebas de exterior, señalaba cuándo se podía entrar o salir del supermercado, y anunciaba el final del tiempo de cocinados. Y poco más.
Su marcha a La Voz dejaba dudas en el aire. ¿Funcionaría bien MasterChef sin ella, que ha estado ahí desde la primera edición, tanto con mayores como con niños y famosos? Y analizando el resultado del pasado lunes, se puede decir que sí, que el programa seguirá en plena forma pese a su partida.
Sabíamos que, el jurado en general, sería el encargado de suplir su hueco, tal como se hizo, por ejemplo, mientras estaba embarazada. Y en concreto, ha sido Jordi quien ha tomado un mayor peso como narrador, al menos, en la primera entrega de esta séptima temporada.
El chef contó a la audiencia a través de la voz en off cómo el equipo se había trasladado a Burgos, al Monasterio de San Pedro de Cardeña y desglosó algunos datos de interés del enclave en el que se desarrollaría la prueba de exteriores, en la que la cerveza tuvo un papel esencial.
Fue al final del capítulo cuando no quedó duda alguna de que Jordi era el heredero de Eva cuando fue el encargado de despedir a la audiencia. Narró cómo el equipo de Samantha Vallejo-Nájera se había quedado ya sin un discípulo, y que a los que aún permanecen le quedará mucho por demostrar. Y remató con la frase que siempre decía Eva: “Nosotros volvemos dentro de siete día. Y mientras, ya saben, pónganle sabor a la vida”.
Sin presentador, pero con la misma duración
MasterChef regresó sin presentador y con una nueva dinámica de concurso en la que los jueces competirán por equipos, pero lo que no ha variado es su exagerada duración: la primera entrega superó las tres horas, haciendo que el espectador se metiese en la cama pasada la una y media de la madrugada.
Se dividió en episodio en dos partes: una primera con el cásting final, con los aspirantes cocinando y los jueces, al estilo de los coaches de la voz, ofrecían el delantal a aquellos que querrían tener entre sus filas.
Fue un bloque largo, en el que se nos presentaba a ciertos concursantes al dedillo, conocíamos su historia personal, nos enamorábamos un poco de ellos… y al final no llegaban a obtener el delantal, y te preguntabas por qué semejante pérdida de tiempo.
No fue hasta pasada la medianoche cuando arrancó la competición oficial, con todos los concursantes finales, en la citada prueba de exteriores en Burgos, en un bloque que duró 105 minutos. Demasiado para ser solo dos pruebas, una de interior y una de expulsión en las cocinas del plató.