“Hemos ganado, lo hemos conseguido pero ahora vamos a ir a por María Jesús, por mala, por mentirosa”. La autora de estas palabras es Isabel Pantoja, en un audio que el pasado domingo ofrecía Diego Arrabal en Viva la vida, y lo cierto es que a la tonadillera razón no le faltaba.
Sin embargo, se ve que la Pantoja estará muy ocupada con su próximo viaje a Honduras como concursante de Supervivientes, porque anoche María Jesús se convertía en una de las dos últimas finalistas del concurso junto a Kiko Rivera, el hijo de Isabel. Y es que la audiencia convertía a Juan Miguel y Alejandro Albalá en cuarto y tercer finalista de la edición.
Kiko Rivera no ha hecho un gran concurso, y sus momentos más célebres ha sido a la hora de hablar de los fantasmas de Cantora (como la aparición de Lady Di en sueños a su madre, o cómo Chabelita veía el espíritu de Paquirri), sus problemas con las drogas o cuando su esposa le cortaba las uñas de los pies. No obstante, sería de justicia su victoria con tal de que no se la lleve María Jesús Ruiz.
La que pide respeto pero no lo da
Anoche, en la primera parte de la final, María Jesús protagonizó una última pelea con Alejandro Albalá, que la llamó "esto" (¿tengo que aguantar a esto? o una frase similar) y ella se puso a llorar por haberla "cosificado", mientras lo llamaba “mala persona” y “bicho”, y alegaba que ella solo pedía respeto, porque ella ofrece lo mismo. Ella, que llamó hijo de puta al padre de su hija. Tan dulce y buena es, que llegó a decirle a Albalá una especie de maldición divina. “La vida es muy larga y Dios le da a cada uno lo que se merece”.
La actitud de María Jesús dentro de la casa ha sido tóxica, un ejemplo que se debía evitar dentro de la televisión. El primer día que entró y vio a su ex Julio Ruz empezó a cargar contra él con insultos, diciendo que era una persona mala y que la hacía infeliz. Hijo de puta llegó a llamarlo, al padre de su segunda hija. Y lo insultaba a la vez jugaba con su corazón, hasta que la historia se fue de las manos y él acabó expulsado de manera disciplinaria.
Para hacer daño a Julio, María Jesús decía añorar a José María Gil Silgado, su expareja, la cual tiene una condena por violencia machista contra la modelo. Un tema con el que ha jugado a su antojo, y lo mismo decía en televisión o en las revistas que Gil Silgado la maltrató que decía que se lo inventaba porque era mala, y que podía llorar a su antojo, como si fuese algo de lo que enorgullecerse.
En ese sentido, como ya analizó este portal, María Jesús es un riesgo, el abono perfecto para que cale entre los espectadores el mensaje de partidos de extrema derecha que justifican su objetivo de derogar la ley de violencia de género porque las cifras de las denuncias falsas son mayores de las que se dan a conocer.
La violencia machista y la seguridad personal como armas de juego
El tema de la violencia machista no se quedó ahí. Todos recordamos que María Jesús vivió un fugaz romance con Antonio Tejado que se quedó en numerosos besos en la boca y poco más, para desesperación del andaluz, que quería diversión debajo del edredón. Cuando ella rompió con Antonio, volvió a sufrir de nuevo por amor, porque es una incomprendida, porque echa de menos a alguien de fuera, porque sus compañeros no le hablan, o por cualquier excusa que le permitiese llorar ante la cámara. Incluso el temer por su seguridad. Y es que, desde el despecho, insinuó que Antonio Tejado sería capaz de agredirla.
Más tarde, incluso llegó a decir que sus compañeros la querían acabar con su vida. “Nadie sabe es lo que es vivir con personas que te quieren matar, esto es un infierno, una pesadilla. Me hacen la vida imposible, yo no les hago nada” lloraba en el confesionario, su lugar favorito para montar sus espectáculos y hasta llorar sin lágrimas. Allí criticaba a sus compañeros a su gusto, pero luego, en las galas, presumía de no insultar a nadie, mintiendo como una bellaca. “El confesionario es un derecho que tenemos todos, y creo que debemos ser honestos con el telespectador que nos ve, y que un concursante sin ningún tipo de miedo a nada dijese lo que está viviendo”, se justifica ella en ese sentido.
¿Cómo ha llegado tan lejos?
¿Cómo ha llegado tan lejos María Jesús? Tiene varias explicaciones. Por un lado, Telecinco ha blanqueado su actitud, como ha hecho en otras ocasiones con participantes como Suso y su machismo. Jorge Javier cortaba las conversaciones cuando salía el tema de la violencia machista, y en los platós ha encontrado aliados, como Cristina Tárrega, que decía de ella en El programa de Ana Rosa que “hay momentos donde esta acorralada, da sensación de bullying”, o Carlota Corredera, que esta semana decidía que quería que ganase ella porque “Kiko e Irene ya se han llevado su maletín, han ganado dinero más que suficiente para sus deudas, aunque haya llegado a la final. Y María Jesús, aunque se haya equivocado muchísimas veces y haya hecho cosas que no me gustan, creo que ese maletín va a ser su carta de libertad para la vida que se merece tener”. Como si no fuese a volver a liarla en un tiempo para acaparar portadas y reportajes, como hizo con Dani DJ, con Gil Silgado, con Julio Ruz.
No obstante, también ha tenido detractores. En Socialité, la psicológa Paloma Ramón analizó su actitud y dijo a la audiencia que “no es una víctima, sino que se hace la víctima” y que “tiene herramientas en su poder que no son buenas: la manipulación y la mentira”, y que “intenta dar una apariencia de tranquilidad, como en el momento de la expulsión, pero que era mentira”.
Una concursante con mucho protagonismo
Cierto es que María Jesús ha dado contenido al programa, más que otros de sus compañeros. Pero no todo vale con tal de llamar la atención de las cámaras y los espectadores. No ha sido una concursante divertida que haga reír, como sí hacía por ejemplo Míriam Saavedra ("¿cómo se mata el gusano? ¡El gusano se mata así, se mata así!"), no ha vivido una historia de amor que nos creamos más o menos como la de Suso y Aurah, no ha bailado sola hasta las cinco de la mañana cuando sus compañeros pasaban de ella. Ella ha jugado con el miedo, con sentirse amenazada, con la conspiración hacia su persona, una y otra vez.
"No soy perfecta, ni soy ejemplo de nadie" dice María Jesús en las promociones de la final de GH DÚO. Y ahí el polígrafo determina que dice la verdad.