Las "risas enlatadas" en programas de televisión o en series cómicas resultan molestas para alguna gente, pero son clave para que los chistes, sobre todo los malos, parezcan más graciosos, según sostiene un estudio publicado por la revista Nature.



La investigación, desarrollada por la University College London (R.Unido), sugiere, además, que este recurso televisivo funciona mejor cuanto más espontáneas y menos forzadas son las carcajadas pregrabadas.



Asimismo, los investigadores, liderados por la experta Sophie Scott, constataron que sus hallazgos son aplicables a personas "neurotípicas" y a aquellas diagnosticadas con autismo. "Me fascina el hecho de que la risa no solo hace que un chiste parezca más gracioso, sino que también lo hace más gracioso cuanto más espontánea es", explica Scott sobre este trabajo, titulado "Las calificaciones de humor de los chistes malos para adultos neurotípicos y autistas son moduladas por la risa de otras personas".



Para este estudio, analizaron las respuestas aportadas por un número de individuos a los que se pidió que calificaran el grado de gracia que tenían chistes que estaban acompañados por "risas enlatadas" o no.



Leídos por un cómico profesional, las bromas fueron seleccionadas por los autores porque, en su opinión, entraban dentro de la categoría denominada en inglés "chistes de papá", es decir, "chistes malos", según indican en un comunicado.



En primer lugar, los expertos establecieron una calificación general de base sobre el grado de gracia que un conjunto de participantes otorgaron a unos chistes determinados, en una escala del uno al siete. Después, presentaron esos mismos chistes a un grupo diferente de sujetos, en el que se incluían 48 neurotípicos y 24 personas con autismo.



La mitad de esas bromas estaban acompañadas por risas grabadas "cortas" y "espontáneas" y el resto por risas enlatadas "cortas" y "fingidas". Las notas de los participantes relevaron que la presencia artificial de "risas", independientemente de su tipo, aumentan la percepción de que una broma es más graciosa de lo que es en realidad.



En este sentido, precisan los autores, el tipo de "risa enlatada" que acompaña a un "gag" determinado tiene gran importancia, pues los sujetos dan diferentes respuestas de acuerdo con su espontaneidad y apariencia de autenticidad.



A los investigadores les intrigó descubrir que el efecto de las risas grabadas fue idéntico en individuos neurotípicos y autistas, lo que sugiere que a todos nos afecta la risa, "seamos conscientes o no", concluyen.