Hace unos meses, durante la inauguración del primer centro de producción en Europa de Netflix en Madrid, el director de la Academia de Cine, Mariano Barroso, sacaba pecho de nuestra industria audiovisual. “Estamos en un momento en el que podemos decir: esto no es un Bienvenido Mr. Marshall, sino Aquí estamos Mr. Marshall. Estábamos aquí. Estamos preparados para hacerlo”.
No le faltaba razón. Y es que no son pocos en la industria los que se han dejado cegar por la llegada de los americanos a nuestro país, a pesar de que en algunos casos las condiciones laborales tampoco son para tirar cohetes.
Si Netflix lo dice, pues se eleva a verdad absoluta y así se le ofrece a los lectores
Tristemente también ocurre en la prensa. Y no son pocos los medios que rinden pleitesía a todo aquello que venga con la firma de una plataforma extranjera, mientras que a su vez denigran lo que se produce en nuestro país.
El ejemplo lo teníamos esta misma semana. Ya el martes avisábamos que si Netflix anunciaba el jueves que había renovado Élite por una tercera temporada, que nadie se hiciera el sorprendido… básicamente porque esa temporada se había estado rodando junto con la segunda.
Dio igual. No fueron pocos los que rápidos y veloces se lanzaron a titular, no ya que la plataforma ‘oficializaba’ su tercera temporada, sino que la había renovado cuando era algo completamente falso. Es algo así como el juego de Simón dice… Si Netflix, HBO o Amazon dicen…
Y lo mismo ocurre con los datos de audiencia. Hace tan sólo unas semanas, la compañía de Reed Hastings decía que los ocho primeros capítulos de la tercera parte de La casa de papel había sido vista por un total de 34.355.956 hogares. Ni uno más, ni uno menos.
¿Y qué pasó? Pues que la gran parte de los medios dieron por válidos estos datos sin entrar a cuestionarlos. Nada de titulares con un ‘Netflix asegura que… ‘. Si Netflix lo dice, pues se eleva a verdad absoluta y así se le ofrece a los lectores. El marketing por encima del periodismo.
La lenta muerte del crítico
Muchas veces esto sucede simplemente por dejadez o falta de empeño. Sin embargo, en otras, cada vez es más común ver que contenidos patrocinados se disfrazan de información. Y ahí es cuando se está engañando al espectador, al usuario que todos los meses decide qué plataformas pagar o cuáles no.
De ahí que muy acertadamente el creador de La que se avecina, Alberto Caballero, fardara en redes sociales que “en los últimos 12 meses han visto LQSA, solo con las repeticiones de FDF, más de 500.000.000 de espectadores. (Repetidores, sí, pero más de 500 millones...)”.
Como ya hemos comentado anteriormente, las plataformas están en su derecho de vender sus productos como mejor les convengan. Sin embargo, los medios no pueden convertirse en meros instrumentos promocionales porque se juegan su credibilidad, su fiabilidad, su propia existencia.
El marketing terminará matando al analista y/o crítico de televisión, del que el espectador cada vez se fiará menos porque ya no sabrá si realmente le está recomendando una serie porque le ha gustado, o porque detrás hay algún interés oculto.