Hace ahora un mes, cuando la exconcursante de Gran Hermano Revolution, Carlota Prado, denunciara en una entrevista su supuesto caso de violación dentro de la casa y acusara al programa de omisión de socorro, escribía en estas mismas páginas que me preocupaba que el caso se estuviera silenciando y quedara finalmente impune.

“La cultura de la violación es esto, la normalización y banalización de una agresión sexual”, escribía la actriz y directora Leticia Dolera, mientras otros seguían anunciando entre risas los nuevos concursantes de GH VIP.

Las lágrimas del Maestro Joao, sí. Un caso de violación, no

Pues bien, este miércoles conocíamos que la jueza de Colmenar Viejo que ha investigado este caso ha terminado la instrucción considerando que hay indicios de abuso sexual tras ver el vídeo del reality.

Y cuál ha sido nuevamente mi sorpresa al ver que más de un medio importante ha considerado que un asunto de tal gravedad no merecía ser comunicado a sus lectores. Las lágrimas del Maestro Joao, sí. Pero, un caso de una presunta violación en un programa de televisión, no. ¡Menuda hipocresía! 

¿Será porque se le está dando menos credibilidad a esta joven por haber salido de un programa como Gran Hermano? ¿No es suficiente el auto de la jueza en el que se considera que "existen indicios de que la conducta del recurrente pudiera ser constitutiva de un delito de abuso sexual"? ¿A qué están esperando las asociaciones feministas para gritar ‘Yo te creo, hermana’?

Se sigue facilitando alcohol

Esta no es una noticia más. Y ya no solo por el hecho en sí. Y es que, en ese mismo programa en el que Carlota sufrió supuestamente un abuso tras acabar prácticamente inconsciente tras tomar cuatro chupitos de tequila, se sigue facilitando alcohol a los concursantes para así conseguir jugosos contenidos. 

En Reino Unido, en menos de un año tuvieron lugar tres suicidios de participantes en programas de telerrealidad. El último de ellos, Steve Dymond, un hombre de 63 años depresivo y con un pasado turbulento, decidió quitarse la vida después de sufrir una despiadada humillación en The Jeremy Kyle Show, que acto seguido fue cancelado por la cadena ITV.

Fue entonces cuando el organismo encargado de la regulación audiovisual en Reino Unido, Ofcam, tomó cartas en el asunto y anunció la introducción de dos nuevas normas en su código para "proteger el bienestar de las personas que participan en programas de televisión y radio" estableciendo que "se debe prestar la debida atención al bienestar y la dignidad de los participantes en los programas" y "no se les debe causar angustia o ansiedad injustificadas". 

También propuso establecer peritajes psiquiátricos independientes para evitar que personas vulnerables pasen los filtros de las cadenas y pueden terminar concursante en este tipo de programas.