¿Se imaginan a Mariló Montero anunciando desfiles de ropa interior?
No hay que echar mucho la vista atrás para ver unos contenidos en televisión que nos harían echarnos las manos a la cabeza si los viésemos hoy en día. Viaje al centro de la tele hizo la pasada semana un repaso a los momentos más eróticos de la pequeña pantalla, antes mucho mejor vistos que ahora.
Los espectadores eran amantes de los desfiles en ropa interior. Cuanta menos ropa llevase el modelo, mejor. Los presentadores se deleitaban explicando las confecciones que los diseñadores habían creado para su programa. Por muy poca tela que tuviesen sobre el cuerpo podrían hablar durante 10 minutos sobre esa prenda.
Pero este tipo de contenido no sólo era digno de la noche para programas como Noche de fiesta. José Luis Moreno no era el único que podía hacer pases de modelos. La mañana, ese horario protegido para los niños de hoy en día, era en los años 90 un ir y venir de bragas y sujetadores.
Sólo hay que viajar hasta 1993 para ver a una Concha Galán acompañada de dos jovencitas en sujetador. No se cortaba a la hora de hablar de una nueva firma que llevaba ya las hombreras incorporadas. La modelo se probaba estas prendas sin ningún pudor delante de las cámaras. Se trataba del programa El show de la una, un matinal que se emitía a la misma hora que ahora podemos ver a Mariló Montero.
¿Se imaginan a la ahora presentadora de La mañana de La 1 hablando de calzoncillos, de bragas o de lo que debe vestir una mujer para gustar a los hombres? Si se le echaron encima cuando en su mano apareció un móvil que tenía instalada la aplicación de contactos homosexuales Grindr, imagínense lo que podría provocar un desfile de lencería en ese plató.
A Mariló Montero se le ha dado siempre mucho mejor hablar de limones, de almas o incluso de toros que de ropa interior. De hecho, el programa se ha politizado mucho más en los últimos meses. Un contenido muy diferente al que veíamos en la televisión de los 90, ansiosa de destape y que claudicaba ante la imaginación que ofrecía un cuerpo semi desnudo.
Mariló Montero hablando de copas, de hombreras, de tallas y rodeada de muy poca tela. Se le echarían encima. Esto no es televisión pública, sentenciarían. Pero, quién sabe, tal vez entre tanta frivolidad no le dejaría tiempo para meter la pata en otros asuntos más serios.