Desde hace ya varios años resulta recurrente preguntarle a los creadores de La que se avecina, Alberto y Laura Caballero, si estamos cerca del final de la longeva y exitosa ficción. De hecho incluso llegaron a cerrar el círculo en el final de la novena temporada.
Sin embargo, la ficción continuó y este miércoles Telecinco estrenará los últimos cinco capítulos de la undécima temporada y el próximo enero comenzarán a rodar la segunda parte de la duodécima temporada, cuyo final también cerrará un círculo debido al cambio de plató que sufrirá la comedia.
Sobre esta cuestión y otras como la actual crisis que vive la ficción en abierto hemos querido charlar con Alberto, que confiesa que lo único que tienen claro es es que "al haber un cambio de plató, tenemos que cerrar la historia para que luego se pueda continuar en cualquiera de las formas elegidas, pero que sea un cierre chulo".
Has dicho que vais a rodar la segunda parte de la duodécima temporada, lo que significa que ya os habréis sentado para escribir el capítulo final...
Sabemos cómo acaba, pero no hacia dónde vamos. El final es un final abierto, potente y a partir de ahí ya veremos. Ese final lo vamos a grabar en junio. Nosotros sabemos lo que va a pasar, pero todavía hay que escribirlo, quedan muchas horas de ordenador. Ya iremos viendo. La maravilla de hacer una serie contemporánea y coral es que vas con los tiempos. Nos guíamos mucho por sensaciones. La evolución nuestra en el trabajo ha sido primar el hecho de cómo nos pasamos haciendo el trabajo antes que otras reflexiones sobre qué es más interesante.
No tengo estadística, pero somos la serie más repuesta de este país.
Valoramos mucho el día a día porque llevamos 16 años ininterrumpidos. Hemos hecho capítulos de 50, 50, 70, 80 e incluso 90 minutos. Eso es un desgaste tremendo. Cualquiera que se haya enfrentado a un folio en blanco, lo sabe. Somos yonkis de la comedia que llevan mucho tiempo chutándose y buscan nuevos estímulos. Sin los actores, LQSA no tendría sentido porque todos los objetivos están cumplidos. No tengo estadísticas, pero somos la serie más repuesta de este país. No sé cuántas han repetido Verano Azul, pero nosotros en FDF tenemos 2.000 repeticiones.
Hace tiempo hablábais de un final cerrado, pero ahora la sensación es que no está tan cerrado...
No lo tenemos claro. El remate viene motivado porque vamos a cambiar de plató y lógicamente el decorado, que tiene doce años, no lo puedes trasladar. A partir de ahí te surge una historia de cómo está la serie de sana, cómo estamos los que la hacemos de estado de ánimo e inquietudes creativas, cómo recibe la gente los nuevos capítulos... Pero no es muy diferente a cómo terminas otra temporada, que casi nunca sabes si va a haber otra temporada. Lo único que tenemos claro es que al haber un cambio de plató tenemos que cerrar la historia para que luego se pueda continuar en cualquiera de las formas elegidas, pero que sea un cierre chulo.
Si a la gente le apetece una mudanza y a nosotros nos apetece estrenar pisos, probablemente sea lo que acabe ocurriendo.
Pero lo mismo hemos hecho con El Pueblo. La segunda temporada tiene un final, pero como nunca sabes cómo vas a continuar... Buscamos finales que sean más o menos redondos y en el caso de LQSA siempre dejas una posibilidad. Si un año te dicen Jordi Sánchez, Pablo Chiapella, Nathalie Seseña y José Luis Gil que no quieren continuar, ¿a qué coño continuas haciendo una serie? En Twitter puse de coña que quería la gente y optaron por una mudanza. Y si a la gente le apetece una mudanza y a nosotros nos apetece estrenar pisos, probablemente sea lo que acabe ocurriendo.
En primavera decías que La que se avecina se terminaba cómo se conocía y la directora de Ficción de Mediaset, Arantxa Écija, decía hace unas semanas que la serie tendría doce, trece o catorce temporadas...
No son contradictorias las opciones. Con La que se avecina ya hemos metido cambios. Empezamos grabando en SD y en la novena o décima pasamos al HD, luego cambiamos de cámaras... El nivel de metamorfosis que ha tenido LQSA no ha sido normal de una serie, admite cualquier cosa. LQSA es un concepto, una marca, una forma de hacer ficción. Y si luego eso lo continuamos en otro sitio....
El nivel de metamorfosis que ha tenido LQSA no ha sido normal de una serie
Lo que pasa es que algo que es super identificable en una serie es el espacio donde transcurre, sobre todo si nace como una sitcom. Ahora tenemos un 35% del capítulo en exteriores, pero lo identificable es Montepinar y fue una cosa muy intencionada: año 2007, petardazo inmobiliario, expansión de la periferia... Si de repente tú vas a hacer una temporada trece y tienes una mudanza tienes que plantearte qué puedes renovar y qué contar ahora. Está cambiando todo tanto ahora mismo qué no sabes. La ficción en abierto pasa un momento delicado y no podemos ser inmunes a eso. Es un conjunto de cosas interconectas que habrá que poner en balance y tomar decisiones.
Ese cambio de plató, ¿a qué se debe?
Es una cuestión de ciclo, que se acaba un contrato y que ha llegado un punto que sentimos la necesidad de cambiar de aires y renovar el espacio y buscar otras cosas. Ahora mismo para hacer honor a LQSA en cuanto al éxito que tiene respecto a la factura que tenía que tener, tenemos una serie de limitaciones con ese decorado por cómo se construyó, el uso de fosforillos... Si seguimos con la serie, me gustaría seguir haciéndola mejor también a nivel técnico. Hace tiempo que no se le puede llamar sitcom y nos gustaría dar saltos adelante. Luego hay otra serie de motivos en los que no prefiero entrar.
Si seguimos con la serie, me gustaría seguir haciéndola mejor también a nivel técnico.
Has confesado en otras épocas que estábais agotados mentalmente pero luego resucitásteis... ¿Volvéis a estar en ese punto?
No, no. En estos años de LQSA hemos tenido a lo mejor quince proyectos guardados en un cajón de los cuáles ahora estamos desarrollando en serio unos cinco. Es como si cogieras a nuestro equipo de guión y convirtieras a cada uno en un showrunner de la suya y pudieras sacar adelante su proyecto para seguir adelante. Así que, al revés, no estamos agotados sino que estamos en un momento en el que estamos muy a gusto porque hace ya unas temporadas que nos dejó de costar trabajo hacer esta serie y ahora tenemos más proyectos sobre la mesa.
Teníamos series guardadas que no se nos ocurría enseñar en una cadena en abierto.
El único sentido de crear Contubernio era que fuera una productora de creativos y la manera natural para crecer es hacer frente a otros proyectos. ¿Cuál es el problema? La materia prima, los creativos, los guionistas. En comedia, además, es más jodido. Encontrar guionistas es complicado. Es nuestra única limitación. Pero ahora tenemos el flow en todo lo alto. Se ha abierto mucho el abánico. Teníamos series guardadas que no se nos ocurría enseñar en una cadena en abierto. Eso también creativamente te abre un mundo. Ahora puedo hacer cosas que antes no podía o que si se hacía, te ganarían y, aunque hicieras la serie del siglo, eras cuarta opción. El momento de la ficción es muy bueno en general y muy jodido en abierto.
¿Qué nos puedes contar de esos cuatro proyectos? ¿Son comedia? ¿Hay algún drama?
En algunos estamos mezclando tonos... No son líneas editoriales, sino lo que te pide el cuerpo. Hay uno en mi caso bastante particular que es bastante autobiográfico que me mola mucho a mí, pero que lo mismo no le interesa a nadie más. En El pueblo nos salió una serie más tierna, pero tiene que ver con lo que quieres contar. Lo que no hacemos es drama, drama. Me parece más aburrido. Me da envidia porque recuerdo un año que competimos contra El Tiempo Entre Costuras, que era un serión, y de repente bajaba por una escalera durante un minuto y nosotros eso no podemos hacerlo. En nuestro caso son dos páginas de texto.
Tenemos un proyecto bastante autobiográfico que me mola mucho
Da envidia y respeto pero es que hay más gente que lo hace bien. En España hay mucha gente que hace buen drama y thriller. Y en comedia hay menos competencia y ahora ya no tienes que sufrir la humillación de la audiencia si estrenas en plataforma. Ya está pasando de series que hubieran sido un castañazo en abierto. Lo duro es el abierto. El Pueblo se ha estrenado en Amazon y qué gusto. La gente te escribe, te dice que la han visto... Ahora nos cagaremos cuando se estrene en abierto.
¿Qué hace que LQSA sea resistente a la crisis y las repeticiones?
Lo de las repeticiones llevamos años buscando explicación. Paolo Vasile tiene una teoría: el efecto karaoke. Lejos de perjudicar, te viene bien. Salvando las distancias, es un poco como Los Simpsons. Tú te sabes lo que va a ocurrir, pero estás deseando que llegue. A mí me ha pasado que estás viendo películas y, de repente, ves un punto de Un pez llamado Wanda, o de Forrest Gump, o de La vida de Brian, y te quedas. El buen rollo que te genera algo que te he gustado, pues hace que te quedes.
Salvando las distancias, La que se avecina es un poco como Los Simpsons
En la ficción en abierto creo que en el caso de LQSA pasa como con Aquí no hay quién viva: no es tanto el hecho de verlo sino que al día siguiente te revienten el chiste. Y eso tiene mucho mérito desde el punto de vista del espectador porque ver series cuando te da la gana es mucho más cómodo. Y ya no hablemos de la longitud. Yo, por ejemplo, cuando veo una serie y veo cuánto dura y si dura 60 minutos, ya me da pereza.
Pero, volviendo a lo de las repeticiones, cuando se empezó a repetir creí que nos iban a fundir porque paralelamente se repetía AQNHQV en Antena 3. Y luego esa repetición también nos ha complicado la vida porque yo los capítulos los veo una vez. Yo salgo de la sala de montaje y el día de emisión no lo vuelvo a ver porque si veo algo que no me gusta, me cabrea. Pero, estamos desarrollando una trama de un personaje con algo que nos teníamos que documentar que pasó en la quinta, y pensando que eso está lejísimo, resulta que la gente lo vio ayer. ¡Y por eso hemos metido cada gambazo! Y entonces preguntamos a nuestra script, nos metemos en unos apartados que hay en Wikipedia por personajes para ver qué le pasó a tal personaje... No te puedes acordar de todo y cada uno de lo que ha pasado. Y luego la gente es muy cabrona: ¿A dónde da la segunda puerta del ático que no se abierto? A un sitio donde hay focos. Pero, bendito problema.
A la hora de escribir a veces nos metemos en Wikipedia para ver qué le pasó a tal personaje
En esta supuesta futura mudanza, ¿pueden volver personajes que se han ido?
Sí, sí. Ellos vuelven cuando quieren. El casting de ahora se parece más al de AQNHQV que al del principio de LQSA. Y eso ha sido porque de manera natural en el tiempo han vuelto Fernando Tejero, Loles Léon, Luis Merlo... Hay momentos en los que determinados actores consideran que su ciclo ha acabado o que les apetece hacer otras cosas. Nosotros no hemos echado a nadie ni nos hemos encontrado con ese momento de decirle a alguien protagonista que su personaje no daba más de sí.
El casting de ahora se parece más al de AQNHQV que al del principio de LQSA
El único que no abdujo que quería hacer drama o centrarse en el teatro fue Edu Gómez que dijo que quería tocarse los huevos. Nos reunió un verano y nos dijo que estaba cansado. Un tío que te dice que se quiere tocar los huevos y, que un fin de semana sí y otro también está de bolos por toda España en discotecas y, es una estrella, y te pagan en B en el cuarto de las Coca Colas, para mí es mi ídolo. Ojalá pueda llegar un día y decirle a mis jefes que quiero tocarme los huevos.
¿Y qué pasó con Antonio Pagudo?
Nos avisó tarde. Hay un momento clave que es el final de una temporada y antes nos había pasado con Isabel Ordaz, Malena Alterio, Cristina Castaño... Pero en el caso de Antonio fue un poco más tarde y fue un poco putada porque teníamos los capítulos escritos. Fue más doloroso. La ventaja también es que nos han abierto tramas. Y eso hay que agradecérselo a cada actor que se ha ido y lo digo de corazón.
Esas bajas inesperadas nos abren tramas que no estaban previstas
A veces tienes un problema porque, por ejemplo, al personaje de Cristina Castaño le había pasado de todo y nosotros utilizamos un sistema híbrido: las tramas son autoconclusivas, pero las circunstancias de los personajes son transversales. Hay épocas en las que nos centramos en la vida laboral, otras en la sentimental, en un conflicto con alguien del edificio... Y hay un momento en el que te complica la vida. Y a veces esas bajas inesperadas nos abren tramas que no estaban previstas y nos facilitan a la hora de escribir y puedes meter a otros actores. La baja de Cristina, por ejemplo, nos permitió meter a Loles León y Miren Ibanguren, que son para mí dos de las mejores actrices cómicas de este país. Así que estas cosas te renuevan y si el personaje quiere volver, ya viene con una historia. Si el corazón de la serie está entero, a veces haces del problema virtud.
¿Qué razón dio Antonio?
Bueno, fue a través de su representante, en un contexto complicado. Antonio nos dio once temporadas maravillosas, pero nunca sabes qué va a pasar. El motivo da igual, la cuestión es si tienes a alguien o no lo tienes. Lo bueno es que el final de esta temporada te dejaba un final guay para justificar en la siguiente temporada la salida del personaje. Otras veces ha sido una putada y, construir tramas sobre el personaje sin el personaje para justificar qué ha pasado, es una ñapa importante.