Lo de los Goya suele ser un bochorno cada año, eso es cierto. Pero después del buen hacer de Dani Rovira el año pasado, todos teníamos las expectativas (un poco) más altas. Y sobre todo teniendo en cuenta que este año era el 30 aniversario y esperábamos que hubiera lugar a la nostalgia.

Pero ni recuerdo especial al pasado ni la gracia de 2015 de Dani Rovira. La gala ha tenido tan solo algunos vídeos muy breves para recordar premios de estos 30 años que no daban tiempo ni a saborear. No han invitado a estrellas de este tiempo más allá de nombres muy concretos como Eusebio Poncela y Marisa Paredes. Y los homenajes que se han hecho, como la tamborrada de Calanda en honor a Luis Buñuel, hubiera sido mejor reservárselos.

El presentador ha estado mucho más soso que el año pasado. Y eso que ha sido de lo más salvable de la gala, Dani Rovira siempre es un valor seguro. Pero le ha costado arrancar y tan solo cuando se ha dirigido a los políticos y ha sido mucho más cañero ha conseguido despertar al público.

Antonio Resines ha sido una especial sorpresa en su discurso como Presidente

Y en esta gala en la que el presentador ha sido una decepción, el Presidente de la Academia ha sido una especial sorpresa. Antonio Resines, cuya imagen en los últimos años ha estado más asociada a un humor rancio, ha hecho el que es probablemente el mejor discurso de alguien en su cargo en estos 30 años. Rápido, con humor, ironía y riéndose de sí mismo. Nunca creí que diría esto pero gracias, Antonio.

Sin embargo, algo así no salva una gala que de nuevo se nos ha vuelto a hacer a todos eterna. Tres horas son muchas, pero si te meten un contenido de este estilo parecen incluso más. El guionista debe de haber salido de una gala de Gran Hermano VIP.

Y el bochorno para TVE es incluso mayor. Doble concretamente. En la misma semana en que han emitido esta gala (que no producido, eso es cosa de la Academia de cine) también programó aquel esperpento llamado Objetivo Eurovisión, que además de aburrida tuvo miles de fallos técnicos.

Da pena, mucha pena. Porque en España tenemos profesionales de muy alto nivel. Y por culpa de estas galas, que al final como eventos dan muchísima imagen, parece que no es así. O despertamos o nos va a costar mucho vender eso de la Marca España también en lo audiovisual. Y tenemos mucho para vender.