Le vemos poco en la pequeña pantalla, pero su carisma traspasa las ondas desde que hace cinco años tomara el relevo de José Luis Uribarri para contagiarnos la magia de la gran cita con la música europea. Cuando comienzan los rumores sobre Eurovisión 2016, charlamos con la auténtica voz del certamen, la de don José María Íñigo, uno de los padres de la televisión española cuya mejor carta de presentación son los casi cincuenta años de profesión que lleva a sus espaldas.

Vamos al grano, ¿volveremos a ganar Eurovisión algún día?

No tengo ni idea. Eso mismo se preguntarán los cuarenta y tantos países que participan.

¿Es una lotería o hay algún secreto para ganar?

Eurovisión no sigue unas normas concretas. Tú mandas unas veces una chica rubia y guapa, otras un grupo, otras un tío, pero nunca sabes. Votan 40 países y es muy difícil ponerse de acuerdo.

Pero mucha gente piensa que se votan entre sí o que hay algún tipo de pacto…

Es normal porque muchos países comparten filosofía de vida. En Suecia, Noruega y Finlandia por ejemplo, a las 5 de la tarde están cenando y hablan el mismo idioma. Todos se conocen. Igual que los rusos. Es lógico que se voten entre ellos. A nosotros lo italiano nos resulta más cercano y familiar, o lo francés… Y por eso nos votamos. Pero es cierto que estamos más solos que los demás. Y aún así, no hay garantía de que una canción de esos países gane.

Una buena representante sería Diana Navarro, por ejemplo, o la propia Marta Sánchez.

¿A quién llevarías tú al certamen este año?

Hay gente muy buena. Tienes a Diana Navarro, por ejemplo, o a la propia Marta Sánchez. Pero lo más que pueden hacer es hacer una buena actuación… y luego ya se verá. Si queda la primera, bien. Si queda la última, también. El premio en Eurovisión es estar en Eurovisión.

¿Por qué crees entonces que está desprestigiado el festival?

La última edición la vieron aquí 8 millones de espectadores, más que la final de la Champions. La gente que piensa que Eurovisión desprestigia se ha quedado en Conchita Bautista, hace 30 años. Hoy en día no hay un programa más espectacular que Eurovisión. No es antiguo ni carca, es lo más moderno que hay. Hablar mal de Eurovisión es hablar por hablar.

¿Qué le pasa a Mónica Naranjo con el certamen?

Supongo que lo que quiere es notoriedad. Pero dice cosas absurdas. Ella defiende que está todo montado y hay truco. Yo le dije en su momento que si tenía pruebas que las pusiera, y que si no era una bocazas.

A Mónica Naranjo le dije que si tenía pruebas, las pusiera. Si no era una bocazas

Entonces, ¿no hay truco que valga en Eurovisión?

Es imposible hacer trampa en Eurovisión. Habría que untar a 40 jurados de 40 naciones diferentes. Harto imposible. Y eso para conseguir sólo la mitad de los votos. Si logras ponerlos de acuerdo mediante algún sistema tienes sólo la mitad de los votos, porque la otra mitad es del público. Y los votos del público no van a Eurovisión, la cuenta la hace la auditora norteamericana Price Waterhouse, la número uno del mundo, los manda a la central de Suiza y allí contabilizan. Así que habría que comprar a los 40 jurados y a Price Waterhouse. Imposible.

¿Tú eres más de elegir la canción a dedo o tras una preselección?

Por supuesto a dedo. A dedo entendiéndolo como decisión de TVE, pero haciendo una preselección entre unos cuantos que se presenten. No se puede dar al público. Aquí no vale democracia. La última vez que se hizo ganó Chiquilicuatre.

En España no vale democrocia en Eurovisión. La última vez ganó Chiquilicuatre

¿Qué pasó con Edurne?

Ella lo hizo muy bien, es una chica guapa y tuvo una buena actuación… pero el problema es que no había canción. Era una canción incompleta.

¿Qué te parece Ruth Lorenzo para 2017?

Y para 2016 también. Ella canta estupendamente y tiene otras ventajas como hablar inglés, fundamental para la promoción, además es muy simpática. Allí es fundamental estar a disposición de la prensa y de todo el mundo. A lo máximo que se puede aspirar allí es a hacer un papel estupendo, luego ya… si te votan bien, si no también.