La ficción en abierto vive una seria crisis debido a las nuevas formas de consumo. Los espectadores se han hartado del tardío prime time español y han puesto rumbo a las plataformas de streaming, donde pueden elegir cuando, donde y cómo ver sus series favoritas.
De ahí que desde Atresmedia se decidiera recortar la duración de sus series de 70 a 50 minutos para que, a la vez que el espectador tenga más fácil seguir una serie en lineal, estos productos puedan venderse más fácilmente.
Lamentablemente los guiones de Toy Boy ya estaban demasiado avanzados para que la serie pudiera ser adaptada a esta nueva duración, convirtiéndose en la última serie de Atresmedia de 70 minutos y en la prueba de que las series del abierto no puede tener dicho metraje.
Y es que uno de los principales de la serie creada por César Benítez, Juan Carlos Cueto y Rocío Martínez es ése: su excesiva duración. En un thriller aparentemente bien armado (chicos guapos, cuerpos desnudos, una guerra entre familias), el espectador termina hastiado por momentos al ver que le falta agilidad a la trama.
Como pudimos ver en el FesTVal de Vitoria y poco después en ATRESplayer Premium, Toy boy es una de las series más comerciales y con más proyección para tener una segunda vida en plataformas de streaming que ha realizado Atresmedia de los últimos años. ¿Quién dijo que en España no se pudieran hacer historias muy locas?
Más erótica que Instinto
De hecho sus primeros veinte minutos son pura bomba y desprenden más sexo que toda Instinto. Sin embargo, las malditas subtramas que no aportan nada a la trama hacen que esa adrenalina se vaya diluyendo poco a poco hasta hacerte salir de la historia en más de un momento.
Tampoco ayudan sus dos protagonistas, Jesús Mosquera y, sobre todo, María Pedraza. De hecho, existe una gran diferencia cuando Mosquera tiene delante a los actores más veteranos o a su compañera. Con los primeros, el joven logra estar más que aceptable. Sin embargo, con la segunda firma sus peores secuencias.
Y es que el papel de joven abogada le queda muy grande a Pedraza, muy poco creíble y excesivamente ridícula en determinados momentos, convirtiéndose en una especie de Barbie abogada al estilo de Paula Echevarría en Los nuestros como Barbie militar.
Todo lo contrario ocurre con una inmensa Cristina Castaño, cuyo papel le viene como anillo al dedo y que atrapa desde su primera secuencia, o los imprescindibles Pedro Casablanc, María Pujalte, José Manuel Seda, Álex Gadea y, por supuesto, Adelfa Calvo.