Aunque todavía no tiene fecha de estreno, Apaches es una de las grandes apuestas de la temporada de Antena 3. La cadena presentó en el FesTVal de Televisión de Vitoria el primer capítulo de esta particular autobiografía de Miguel Sáez Carral. Un piloto que no ha logrado adaptar con solvencia la trama literaria al ritmo televisivo, que no concede remilgos y pasodobles.

La serie es lenta. No es un secreto y no toda ficción de ritmo pausado es un tostón. Apaches presenta en su primer capítulo una historia que debería haber sido narrada en apenas 15 minutos y así meter a los personajes en faena desde el primer momento. La serie se conoce a sí misma. Por eso en los primeros minutos muestra y demuestra que las conversaciones interminables que no llevan a ningún sitio no será lo único que veamos en esta serie. Nos prometen acción en el futuro y nos hacen rebobinar, para que aguantemos.

El primer capítulo una historia que debería haber sido narrada en apenas 15 minutos

Apaches es una serie de personajes. Los protagonistas interpretados por Alberto Ammann y Eloy Azorín están dibujados de forma literaria y conocemos su carácter desde el primer minuto. Cuenta con excelentes secundarios como Paco Tous, Elena Ballesteros e Ingrid García-Jonsson que dan fuerza a la trama.

Más allá, el resto de personajes no cuentan con la suficiente energía que requiere este guión. Sin apenas presentación de personajes, Apaches elimina por completo la coralidad a la que nos ha acostumbrado la televisión para centrarse en dos personas y todo lo que gira a su alrededor de forma acertada.

La palma en esta historia se la lleva Eloy Azorín. El actor vuelve a poner sobre la mesa la importancia de una buena actuación. Aunque Ammann ha sido elegido como la estrella del show, Azorín es el que hace brillar la ficción en algunos momentos con una interpretación comedida e ingeniosa. De rasgos pasotas, pero con un bello control del espectáculo que sobrepasa los problemas de dicción de algunos de sus compañeros.

La fotografía de Apaches cautiva desde el primer momento. La serie cuenta con una estética en tonos verdes y grises que engarza a la perfección con la historia de ira y venganza que nos quieren contar. Es la fotografía y no la música, a lo que estamos más acostumbrados, la que acompaña al espectador por el sentimiento de cada escena. El verde militar de una época franquista triste y oscura frente a los tonos cálidos para los momentos más familiares y emotivos intentan guiar la trama.

Espectáculo calmado y reposado

Es una serie con difícil aguante como competidor. Necesitará un hueco débil y muy diferente para poder hacerse con un público solvente dedicado únicamente a ver la serie. Un apetitoso producto de DVD, de espectáculo calmado y reposado. La serie se tiene como principal enemiga a sí misma. Su ritmo exige una dedicación en exclusiva que muchos espectadores no están dispuestos a regalar.

Y he aquí su mayor error. La historia de Apaches no da para 12 capítulos. No si todos son como este capítulo piloto que demuestra que la televisión no tiene el mismo ritmo que una trama literaria. Una gran pérdida para el cine español. Después de ver el primer episodio corre el sentimiento de que Apaches no debería haberse convertido en una serie de tan largo recorrido. O tan ni siquiera en serie.