Sobre la capacidad de Bertín Osborne para conducir un programa de entrevistas había muchas dudas. El cantante/presentador/humorista/actor perdía la virginidad de En la tuya o en la mía con Pablo Alborán, uno de los personajes más amables, televisivamente hablando, del panorama nacional. No había riesgo ni miedo en las preguntas.

Bertín Osborne aprueba y pasa la prueba. El programa tiene una factura impecable en lo técnico, pero termina deslucido por la parte final que más se parece al making off de una portada de ¡Hola! que a un programa de televisión. Más Corazón y menos Chester

Y es que al programa de TVE se le comparó desde el primer minuto con el espacio de Risto Mejide Pepa Bueno. Sin haber inventado el género de las entrevistas, Viajando con chester creo un copyright ya arraigado con el que se compara todo tú a tú televisivo. Pero En la tuya o en la mía no es Viajando con chester. El programa da un paso más y se levanta del sofá, mostrando la vida, obra y milagros del entrevistador y el entrevistado.

Y es quizá aquí donde falla el programa. Bertín Osborne no aguanta una entrevista de larga duración y necesita entretenimiento (y pinganillo) de por medio. Un poco de cocina (el recurrente obligatorio de todo programa) y la familia son sus guardaespaldas. Aunque no deja de estar bien producido, el programa pierde fuerza según va avanzando cuando deja a un lado la entrevista para centrarse en la gracieta fácil y en lo sentimental. 

¿Era necesario mostrar a toda la familia de Bertín en este primer programa? Pablo Alborán dejó de interesar y pasó a segundo plano cuando el clan se reunió en el jardín. En la tuya o en la mía es una paño bien enjuagado que limpiará la imagen de Bertín y no dará excusas a los defensores de la televisión pública para criticar que el showman tenga un programa de televisión. Es un programa hecho por y para Bertín Osborne.

Aunque parece que Bertín suelta por la boca todo lo que se le ocurre, aquí no encontraremos encerronas ni preguntas incómodas. El programa será amable con sus invitados y sacará poca chicha. Un favor cuando nos encontramos con un Pablo Alborán que sólo pide promo, pero una tomadura de pelo cuando tengamos delante a una Carmen Martínez Bordiú o una Lolita, a las que se le ha puesto un cheque sobre la mesa. 

¿Funcionaría este programa sin Bertín? Sin él no sería lo mismo, para lo bueno y para lo malo. Reflexiono y pienso: ¿me habría enfrentado de forma diferente a este programa si me dijesen que lo presentaría Risto Mejide? Seguramente, sí. Pero, tal vez, me hubiese decepcionado bastante. Con Bertín Osborne me he encontrado un programa políticamente correcto para las noches de TVE. Un programa que ni arriesga ni descubre, que ni destaca ni ensucia. Desapercibido en cuanto a contenido y cómodo en cuanto a producción.