Las comparaciones son odiosas y Carlos Rey Emperador ha tenido que hacer frente a ellas desde antes de su nacimiento. Isabel dejó el listón muy alto y no se podía permitir un tropiezo. Pero Carlos no es Isabel. La historia isabelina radicaba en los detalles, en los matices y en la potencia de su pareja protagonista. Carlos, sin embargo, se ha convertido en un culebrón entre familias más parecido a un Juego de tronos entre la Francia de Invernalia, un Desembarco del Rey llamado Castilla y las tierras lejanas de Cuba que bien podrían ser Pentos.

Carlos tiene un piloto que apunta maneras y que inspira confianza, pero que, valorado en solitario, carece de fuerza y cuenta con bastantes escenas para ir al baño. Es un piloto lento cuya mayor proeza es tener una escena final que deja al espectador con ganas de más. Pero para eso primero hay que convencer al espectador de que se quede hasta el final.

Sin duda, el actor que se lleva el medallón de oro es Alfonso Bassave. En el papel del rey francés Francisco I, consigue hacer desear que se haga un spin off sobre su historia. Un escenario mucho más conseguido. La lujuria, la chulería y el desprecio constante llegan al espectador a la primera y engancha a su trama sin parpadear.

Una corona que debía haber recaído en Álvaro Cervantes por su peso en la ficción. El actor convence sin rechinar pero no encandila. Se trata de un papel de peso pesado, donde tendrá que interpretar a un rey en sus diferentes edades. De momento vemos a un Carlos adolescente y comedido que no suscita pasiones, pero en manos de un Cervantes al que todavía se le da un voto de confianza.

Carlos es una serie de secundarios extraordinarios. Un Ramón Barea pletórico al frente de la casa de los Alba. Un Eusebio Poncela que se despide de un personaje soberbio en sus manos. Un Francesc Orella al que no le sienta nada mal el traje de cardenal.

Una escena final que perfectamente podría haberse hecho sin diálogos dejando a los compases actuar

Pero el auténtico secundario de lujo es la Orquesta Sinfónica de RTVE. La música de Carlos traspasa el oído y a la primera se introduce en un mundo cinematográfico de luchas de imperios, de guerras familiares. Una música que protagoniza la última escena del primer capítulo y deja a los actores en un segundo plano. Una escena que perfectamente podría haberse hecho sin diálogos dejando a los compases actuar.

Además de la Francia de Francisco I y la Castilla de Carlos I veremos la historia de Hernán Cortés al otro lado del Atlántico. Interpretada con muy buen gusto por José Luis García Pérez, la historia de Cortés rompe con el ritmo de Carlos y saca por completo al espectador del ambiente creado cada 10 minutos. Una historia que puede resultar imprescindible haber contado en capítulos futuros parece metida con calzador en medio de lo que realmente interesa. Ya que no hay publicidad en TVE, estas escenas pueden utilizarse perfectamente para ir a calentar el vaso de leche al microondas.

'Carlos' es una serie potente pero sin sentido televisivo en algunos momentos

Carlos no es una wikipedia dialogada. Es una serie potente pero sin sentido televisivo en algunos momentos. Carlos es un llanero solitario al que le vendrán muy mal las compañías. Es una serie que aguanta muy mal la competencia y que debería y podría haber tenido un episodio piloto mucho más potente. Una serie que merece ser analizada en conjunto. Pero en televisión, las series que no conectan con el espectador desde el primer momento duran menos que una servilleta de bar. Y no podemos desmerecer a los espectadores que no compran un libro porque no les gusta la cubierta.

*No existen comentarios sobre Blanca Suárez porque Blanca Suárez NO existe en el primer episodio.