Desvelemos la incógnita desde el principio: Mar de plástico es una gran serie. Muy buena factura, un gran enclave geográfico que ofrece una fotografía única y gran parte de su elenco bien elegido. Pero seamos sinceros, esta historia ya la hemos visto. Antena 3 le ha cogido gusto al thriller claustrofóbico de Bajo sospecha o Broadchurch y suma una más a los herederos del género Twin Peaks.

Por muchas pinceladas y referencias al mundo de la televisión que podamos encontrar, Mar de plástico sigue la estela de un producto de Atresmedia de la gran pantalla: La isla mínima. Fue una de las alegrías del grupo el año pasado y no es tan difícil desprenderse de un éxito. Mar de plástico se convierte así en una continuación ansiada y deseada.

Un entorno oscuro y conflictivo con personajes poliedricos muy bien dibujados, un asesinato que tiene su centro neurálgico en un pequeño pueblo y una trama de corrupción del poder son las similitudes más distintivas respecto a La isla mínima. Todo ello aderezado con unos cuantos planos picados que tan comentados y queridos fueron en la película y que tendrán su versión propia en Mar de plástico.

Mar de plástico soluciona bastante bien la papeleta de los 70 minutos que tiene por delante

No es una serie original pero es resultona en su forma de contar los acontecimientos. Nada desdeñosa y quebradiza con ganas de engañar al espectador con una trama complicada y escenas de relleno, Mar de plástico soluciona bastante bien la papeleta de los 70 minutos que tiene por delante con una presentación de personajes que acentúa mucho más la personalidad de los mismos que su razón de ser y existir en la trama.

En un casting que exige ser modelo para pasar el corte no todo pueden ser buenas interpretaciones. Rodolfo Sancho no tropieza en su enésimo papel como protagonista, aunque sí desentona el desaire con el que se enfrenta a los planos estáticos que le convierten más en un 007 que en un guardia civil. Se rodea de un buen casting que le hace salir airoso de la prueba con buena nota.

Muy destacables son los papeles de unas desconocidas Andrea del Río y Nya de la Rubia que hacen creer que no todo el pescado está vendido en esto de repartir papeles. Patrick Criado continúa labrándose una carrera baldosa a baldosa que huele a gloria. Es otro nombre mucho más peregrinado el que suena con fuerza en Mar de plástico: Pedro Casablanc, que logra meterse en la piel de otro malo de la película siendo capaz de hacer olvidar sus papeles anteriores en este mismo poste. Belén López logra por fin el papel de coprotagonista femenina que merece esta carrera de secundaria de lujo. Jesús Castro no aparece en esta lista.

Mar de plástico vuelve a cometer el mismo error de Bajo sospecha: convertir a la mayoría de sus protagonistas en sospechosos de un caso haciéndoles guardar eternos secretos. Uno sólo es sospechoso cuando consigue un plano en solitario frente al espejo y una mirada complice ante la cámara. No hace falta poner a todos los personajes en la terna desde el primer momento para demostrar que estamos ante un thriller. Sabemos que habrá que esperar hasta el último capítulo para llegar a una conclusión.

Una mezcla de clichés pegados con buen gusto

Si el objetivo de todo esto es entretener, Mar de plástico se convierte en un excelente producto que tiene todo hecho para convertirse en la próxima comidilla durante el tentempié en el trabajo. Si el objetivo de todo esto es romper moldes, Mar de plástico no aporta grandes novedades al género y se convierte en una mezcla de clichés pegados con buen gusto. El que mucho arriesga poco gana. Y Mar de plástico prefirió ganar.