Todo lo que está sucediendo en el mundo alrededor del coronavirus es nuevo como el propio bacilo que tiene en vilo a más de medio planeta. La situación a la que se enfrenta la humanidad nada tiene que ver con un conflicto bélico o un atentado terrorista, situaciones, desgraciadamente, habituales. El Covid-19 es invisible y la enfermedad avanza a lo largo y ancho del planeta sin distinción de ningún tipo, cerrando países a cal y canto, para tratar de poner coto a la extensión del contagio.
En España, la situación se agrava por momentos y ya se superan los 11.178 contagiados con casi 5.000 casos en Madrid, y 491 fallecidos, cifras que irán a más porque, según los científicos, no hemos alcanzado el pico de contagio y hasta dentro de una semana no veremos los efectos de las medidas tomadas por el estado de alarma.
Un trance que ha dado un vuelco a la vida de la ciudadanía, no solo confinando a las personas en casa, sino paralizando actividades profesionales, incluidas las relacionadas con el mundo de los medios de comunicación que, aunque siguen día a día la noticia del año (y probablemente del siglo), se han visto obligados a modificar su modus operandi.
Todos los programas han prescindido del público como medida preventiva
En la televisión, se ha detenido parte de su programación y cada día tenemos noticia de un proyecto de entretenimiento o de ficción que aplaza su grabación. Son muchos los formatos que este lunes echaron el cierre como Operación Triunfo (La 1) y la gran mayoría de los que se llevan a cabo en riguroso directo han prescindido del público como medida preventiva.
Precisamente el talent show musical del ente público pasará a la historia de la televisión porque su novena gala fue un experimento en directo entre el salón del domicilio de Roberto Leal y la academia, donde previamente los concursantes fueron informados de la situación de salud pública que atraviesa el país. No solo se les puso al día de la gravedad del momento, sino que tuvieron la oportunidad de hablar con sus familiares para comprobar que se encontraban en perfecto estado.
Sin embargo, con Supervivientes, el otro gran reality en pantalla en estos momentos, la tesitura es bien distinta. Los fieles seguidores de Conexión Honduras se quedaron con las ganas de ver cómo los aventureros al otro lado del charco eran informados de la pandemia. Pese a que en el arranque de la gala Jordi González aseguró que este grave hecho sería comunicado, según fue avanzando la noche las buenas intenciones se difuminaron.
El derecho a la información
Los que estamos al otro lado de la pantalla de Telecinco no podemos saber si fue algo premeditado o inesperado, por lo tanto siempre nos quedará la duda de si jugaron con el tirón del coronavirus o se desmontaron sus intenciones iniciales debido al desarrollo del directo. Pensemos bien como nos dicta la conciencia y que, ante la disparidad de opiniones de los familiares presentes en el plató, se optó no decirles nada, para no sumar más estrés y ansiedad de los que genera la propia experiencia televisiva.
Estamos en la obligación de contarles lo que está pasando en España y medio mundo
Cierto es que el aislamiento de los robinsones es materia delicada, que hay que saber qué decirles y cuándo, pero los equipos que realizan estos formatos cuentan con suficiente experiencia para saber gestionar momentos críticos. "La situación de los supervivientes es diferente, viven aislados en una burbuja, pero estamos en la obligación de contarles lo que está pasando en España y medio mundo", aseguró el presentador catalán.
Entonces, ¿por qué no se hizo? ¿Seguirán sin informarles? ¿Acaso no tienen el derecho a conocer el desafío que afronta la humanidad? ¿Prevalece ocultarles una información tan importante? Las distintas opiniones de los defensores en plató pudieron ser la causa de este covid-19 interruptus. Hay quieres creen que tienen el derecho a conocer la situación y otros como Antonio David Flores, Maite Galdeano y Christofer se decantaron por seguir con el concurso como si nada pasara.
Ante un escenario tan discordante, la buena intención del principio quedó en saco roto, así que, por ahora, la determinación queda en el aire y veremos si en próximas galas hay una única voz que asuma la responsabilidad de tan complicado cometido. Reiteramos que el asunto es complejo. En Honduras solo hay registrados dos contagiados, pero, si como temen los expertos, estas cifras aumentan, ¿también se les ocultará la situación del país donde viven su aventura televisiva? ¿No sospecharán nada cuando no lleguen sus familiares a hacerles la visita de rigor?
En Alemania, se ha planteado el mismo debate con la 12ª edición de Gran Hermano, que emite desde el pasado 10 de febrero Sat. 1. Los concursantes desconocen lo que está sucediendo en el exterior, pero la polémica decisión de los productores de no hacerles partícipes de la grave situación del exterior ha sido puesta en entredicho y se ha decidido comunicarles la epidemia este martes. Los responsables del reality tienen previsto que puedan realizar preguntas sobre la situación que atraviesa Alemania, en estos momentos con más de 7.000 infectados y 17 fallecidos, y recibir vídeo-mensajes de sus familiares.
El caso del 11-S
No es la primera vez que el gran formato de telerrealidad tiene que saltarse sus propias reglas. En 2001, la versión estadounidense interrumpió la segunda entrega para contar a los tres finalistas los atentados del 11 de septiembre.
Al igual que con la evolución del germen, es cuestión de tiempo que estas incógnitas queden resueltas, pero vaya por delante la necesidad imperiosa de este tipo productos de entretenimiento en circunstancias tan insólitas como esta. Bombardeados a cada minuto de la progresión de la pandemia ya sea en la prensa, radio, televisión o redes, los espectadores adolecemos de formatos que nos evadan durante unas horas de la dura realidad.
Necesitamos reír, emocionarnos, enfadarnos y despotricar, si llega el caso, meternos en el mundo de los supervivientes aunque sea solo por unas horas y escapar de la desazón que nos rodea.
Hay que recordar que no todo el mundo tiene acceso a plataformas y son muchos los ancianos que afrontan estos complicados momentos en la soledad de sus casas con la única compañía de sus transistores y televisores. El entretenimiento puro y duro es el mejor antídoto para poder sobrellevar una larga cuarentena que, probablemente, se alargue más de los 15 días establecidos. Necesitamos reír, emocionarnos, enfadarnos y despotricar, si llega el caso, meternos en el mundo de los supervivientes aunque sea solo por unas horas y escapar de la desazón que nos rodea.
Pero también es justo que quienes nos procuran tan gratos momentos sepan lo que está sucediendo y por qué su aventura paradisíaca nos sirve de placebo en medio de la histeria generalizada. Es de justicia también que conozcan a lo que se enfrentarán cuando llegue el momento de volver a casa y, también, saber el estado de sus familias. Y el espectáculo continuará…