Hace ahora dos años pedía como regalo de Reyes una TVE de la que pudiéramos sentirnos orgullosos. “Con motivo del 60 aniversario de la RAI, el periódico Corriere Della Sera publicaba una artículo en el que afirmaba que la televisión pública italiana había dejado de ser ‘maestra’ para los profesionales de aquel país. Una negra realidad a la que podría llegar nuestra TVE si en 2016 sigue en manos de algunos de los que hoy la gestionan”, escribí.

Tristemente ese día ha llegado. TVE cumple 60 años de historia en este 2016 que acaba de comenzar y lo hace en medio de su mayor crisis de credibilidad, con mínimo histórico de audiencia y habiendo dejado de ser ‘maestra’ para muchos de nuestros profesionales. Es lo que nos dejan cuatro años de Gobierno de Mariano Rajoy.

El mayor y principal reto de los nuevos gestores de TVE será recuperar su credibilidad

El resultado de las elecciones del pasado 20 de diciembre dejan la ansiada renovación de TVE en el aire. No obstante, teniendo en cuenta la fragmentación del Parlamento, todo hace indicar que los partidos tendrán que pactar para una nueva RTVE. ¿El objetivo? Recuperar la televisión pública para los ciudadanos.

En estos años, TVE ha perdido su credibilidad, lo que ha llevado a aumentar las voces que piden una privatización o cierre de la televisión pública. Por ello, el primer reto de estos pactos será recuperarla. Para ello será necesario reformar la actual Ley de la Radio y Televisión Pública para que el presidente vuelva a ser elegido por consenso y no a dedo.

También deberán recuperar la credibilidad sus informativos. TVE ha dejado de ser la referencia informativa de los ciudadanos debido a las manipulaciones de sus dos últimos directores de informativos, Julio Somoano y Juan Antonio Gundín. El nuevo presidente de la televisión pública deberá elegir a un nuevo director que esté avalado por su trayectoria profesional y vuelve a convertir a los Telediarios en líderes en rigor, calidad y audiencia.

Motor de nuestra cultura

No obstante, la audiencia no debe ser una obsesión para la televisión pública. TVE debe ser motor de la ficción, de la cultura, impulsora del nuevo talento. Y el mejor ejemplo de ello es El Ministerio del Tiempo. La ficción de Javier Olivares no ha arrasado en audiencias, sin embargo, la serie volvió a colocar a la televisión pública en el mapa después de un tiempo desaparecida.

Y es que TVE debe apostar por aquella ficción por la que no se atreven a hacerlo desde las televisiones privadas. De no haber sido por nuestra televisión pública, nunca hubiéramos visto series en televisión como Cuéntame o Isabel, indudables bienes culturales de nuestro país.

Una de las misiones de la ficción es mostrar la realidad, nuestra realidad, dar fe de lo que ocurrió en una época, servir de memoria histórica colectiva. Nuestras series han ido demostrando a lo largo del tiempo el cambio social del país, han retratado lo que hemos sido, han reflejado el espíritu de una época. Y TVE, en su vocación de servicio público, tiene que velar por ello.

La música, indispensable

TVE también tiene que velar por la música. Resulta intolerable que desde una televisión pública no se fomente nuestra música, que no existan programas en los que poder descubrir nuevos talentos o se promocionen los trabajos de grandes artistas. Los especiales musicales no deben sólo florecer en navidades. TVE debe rescatar el espíritu de programas míticos como Rockopop o Música, sí.

Esta Nochebuena, en un alarde de innovación, TVE permitió vivir una experiencia inmersiva de tres de las actuaciones de Malú en su especial navideño. Ese debe ser el camino a seguir por nuestra televisión pública. 

Y en ello debe tener un peso importante La 2. El segundo canal de TVE debe ser referencia de nuestra cultura, vivero de nuevas ideas y experimentación televisiva. Un oasis televisivo que sirva de trampolín a esos nuevos talentos en cine, ficción o música de nuestro país.