Risto Mejide en 'Al rincón' (Atresmedia)

Risto Mejide en 'Al rincón' (Atresmedia)

Televisión

Todo lo que Risto Mejide quiere para Navidad

21 marzo, 2020 15:09

Vaya por delante que estoy convencido de que Risto Mejide es un tipo listo. No un listillo de esos que pululan por diferentes programas sin gracia ni carisma, sino un tío inteligente, que sabe perfectamente cada paso que da y cada palabra que suelta por su boquita de piñón. Ignoro si el bueno de Risto entiende bien el mundo de la televisión o se limita a explotar las diferentes máscaras de su impecable personaje al dictado de otras voces. Pero, desde luego, el universo de la comunicación lo tiene domesticado. La puritita esencia del marketing reside en él. Sabe perfectamente qué resortes apretar para visibilizar sus intereses, que por lo general suelen ser él mismo.  

En estos dias tan navideños, me ha dado por pensar en eso. En lo mucho que sabe Risto de autopromos en la semana en la que ha cerrado su temporada más indiferente de Al rincón del Chester, o como quiera llamarlo ahora.

Risto Mejide ha dejado de ser relevante en televisión

Desconozco la cifra exacta de share y espectadores alcanzados en esta nueva tanda de mal llamadas conversaciones (la palabra "entrevista" es la nueva apestada en televisión. Quién lo hubiera dicho, Quintero...), pero me da la sensación de que hasta su diminuto rincon ha llegado el fin del amor. El desapego entre el exdestroza triunfitos y la audiencia. Mi percepción televisiva me dice que Risto ya no es relevante. Castigado a las madrugadas de Antena 3, con demasiadas concesiones a las visitas de promoción y sometido a los youtubers en busca del impacto social en Internet que su vampírico horario le niega entre espectadores. Bueno, eso y al tiempo abonar el terreno de la blogosfera para el debut de su Labuat 2.0, pero ese es otro tema.

El publicista catalán ha comenzado a revolverse en la butaca para poner en marcha la máquina de hacerse notar. O el ventilador de repartir mierda, lo que prefieran. En menos de una semana se han conocido sus peticiones de cambio de horario y de cadena en medios afines a sus intereses, los recaditos con destinatario en el discurso de despedida de su late show y hasta una amistosa comida con el ogro Vasile, ese que le mando a asar calçots a la competencia tras llamarle cuenta-euros. La elefanta de Pocoyó podría haber cruzado al trote la quinta planta de un Corte Inglés y haber resultado más sutil.

Risto es un tío listo, defendía al comienzo. Resulta dificil creer que ignorase las condiciones de su fichaje por Atresmedia. Dudo que su regulero periplo por las madrugadas de Antena 3 le haya pillado de sorpresa. Él sabía lo que había. Y lo tendría asumido, incluso.

Pero hete aquí que, de repente, llega ese advenecido llamado Bertín Osborne, mucho más relamido y complaciente que él en sus "conversaciones", y va el tío y lo revienta. ¡Se ha forrado fusilando su concepto de programa! ¡Charlas de tu a tú sin periodista de por medio! En La 1. En prime time. Cualquiera en el pellejo de Risto se hubiera hecho esta pregunta. Y luego se la hubiera trasladado a sus jefes: ¿Por qué Bertín tiene esa oportundiad de debutar en el mejor horario posible y yo, fichaje estrella de la Cosecha Sangría Cuatro 2015, no?

En esta epoca de cartas a divinidades hacedoras de deseos, de ilusión y de sueños que esperamos ver cumplidos, Risto no parece listo a dejar la tarea en manos de un finlandés gordinflón y ocho renos voladores. Todo lo que Risto quiere para Navidad es volver a ser relevante en televisión.