La Cuatro de la que me enamoré (parte III)

La Cuatro de la que me enamoré (parte III)

Televisión

La Cuatro de la que me enamoré (parte III)

24 marzo, 2020 12:00

Esto ya empieza a ser un clásico. Cuatro cumple este sábado 7 de noviembre 10 años. Más vieja y más pelleja. ¿Más sabia? Más bien, diferente. Mientras la cadena añade una segunda cifra a su edad, este portal cumple su primer año de vida el próximo miércoles. Durante este tiempo siempre he defendido aquella Cuatro que enamoró a una generación de jóvenes que vieron en la cadena el reflejo de una ventana que pensaba en ellos desde el principio.

Preparando este aniversario, esta semana he intentado empaparme un poco más de la programación de Cuatro para ver si ha cambiado la cadena o he cambiado yo. Para ver si Cuatro sigue siendo la misma de siempre y he sido yo el que se ha vuelto más agrio. 

Lo primero que me encontré fue un programa llamado Adán y Eva. Un grupo de jóvenes aparecen en medio de una isla desierta como Dios les trajo al mundo y, mientras todo cuelga, se enamoran. ¿Esta es mi Cuatro? No lo creo. Pero ahí sigo, enganchado a cómo unos chicos te tapan sus partes de forma pudorosa con un cojín.

Si bien Cuatro aprendió a conectar con los jóvenes desde el principio con formatos más ligados a la actualidad como Callejeros o 21 días. Con Gabilondo o con Noche Hache. Ahora la cadena ha encontrado un género propio que se identifica al 100% con la factoría Cuatro. Pero de otra manera. La culpable tiene nombre: Eyeworks. Esta productora le ha dado a la cadena una nueva identidad con los dating: ¿Quién quiere casarse con mi hijo?, Un príncipe para, Adán y Eva…

Todavía recuerdo cuando faltaban unos días para el nacimiento de Cuatro. Las calles enteras se llenaron de carteles rojos. Hacía más de una década, desde la llegada de Telecinco y Antena 3, que no se abría una cadena de televisión con tanta fuerza. Cuatro renovó el marketing televisivo, vendiendo por los ojos y a nuevos ojos. Internet comenzaba a ser un búnker para los jóvenes que se encerraban en sus habitaciones buscando nuevo contenido audiovisual y Cuatro ofreció una pequeña esperanza a la pequeña pantalla.

Cuatro nació dando la oportunidad a nombres hasta ese momento secundarios 

Esa Cuatro ya no existe, hay que ser sinceros. Y no volverá, vamos a asumirlo. La programación con la que nació daba la oportunidad a nombres que hasta ese momento fueron secundarios para ponerse el frente de nuevos formatos: Noche Hache, Cuatrosfera, Channel nº4 o Maracaná 06 eran la carta de presentación de esta cadena. Concha García Campoy, Raquel Sánchez Silva, Eva Hache, Boris Izaguirre e Iker Jiménez (el único superviviente) se ponían en la primera fila.

Por el camino, lo ha intentado con la ficción nacional. Pero no. Le ha ido mucho mejor con la producción llegada del otro lado del Atlántico. Nos hizo trasnochar con Perdidos. Siempre ha sido una de sus señas de identidad y una de las pocas identidades que Cuatro conserva. Tanto, que han decidido llenar su parrilla de series americanas de arriba a abajo. Un camino fácil y al que le han obligado los espectadores al darle la espalda en numerosas ocasiones.

También probaron con el género del reality y consiguió grandes resultados mostrando un contenido muy diferente al de la competencia con Fama y Pekín Express. Renovó el género y las grandes cadenas llegaron a tener la sombra de Cuatro, que crecía demasiado rápido en muy poco tiempo.

Ahora, 10 años después, la cadena ha virado. Ya no es la de antes, pero es la de ahora. Es otra. Me la han cambiado, sí. Pero sigue teniendo su encanto. Ya no es tan joven y ya no es tan coqueta. Ha madurado. Ya no se mira al espejo tanto para cuidar tanto su imagen. Ya no se maquilla de la misma manera y ahora es más natural. Cuatro nos enamoró con una programación que era demasiado ideal y que no supimos aprovechar. Una programación que tenemos idealizada y que tal vez ahora sería una catástrofe en términos de audiencia. Pero hay que valorar cómo reinventó la forma de hacer televisión.

Felicidades, Cuatro.