Hace ahora dos semanas, muchos coincidimos en resaltar que Sálvame estaba ejerciendo una gran labor social informando de forma didáctica a su audiencia sobre las consecuencias de la pandemia del coronavirus.
Teniendo en cuenta que una gran mayoría de su público son personas mayores, precisamente los más vulnerables a esta enfermedad, era digno de aplaudir que adaptaran sus contenidos para dejar a un lado el corazón y contar con expertos médicos para contestar a las miles de preguntas -hasta 30.000- que les llegaban.
Aún así, desde este mismo diario defendimos que, ahora más que nunca, eran muy necesarias “sus broncas, sus bromas, sus memes, su petardeo, hacer ver a la audiencia que todo irá bien”.
“Lydia Lozano, el ave fénix de Sálvame tan necesario en cuarentena”, escribíamos además esta semana haciendo hincapié en que la periodista se ha convertido “en alguien imprescindible, en un bálsamo de entretenimiento puro y duro”.
Sin embargo, en cuestión de dos días y si no empiezan a tomar medidas, el programa de La Fábrica de la Tele está empezando a perder el prestigio ganado al contar con dos personajes populistas que no aportan nada en estos tiempos y que sólo generan angustia, indignación e inquietud en el espectador.
Por una parte, después de que sólo unos días antes les atacara en redes sociales y, a pesar de que haya quedado demostrado que su discurso está lleno de falsedades y bulos incluso desmentidos por el consejero andaluz de Salud, en el programa de Telecinco volvieron a contar con Spiriman.
Obviamente, como era de esperar, el médico aprovechó para volver a polemizar con Jorge Javier Vázquez y, tras unos minutos de charla, su intervención terminó de forma abrupta. Era presumible. Pero lo peor de todo es que esa noticia saltó rápidamente a los medios.
Pero la cosa no se quedaba ahí. Este jueves, al contrario que hace una semana, donde parecía imprescindible estar bien informado para sentarse en plató, el programa optaba por invitar a Javier Negre, un tipo de la escuela de Eduardo Inda condenado por haberse inventado una entrevista y rayar la coacción sobre una víctima de maltrato.
No entendía nada. ¿Cómo era posible que se le estuvieran dando voz en estos momentos a alguien que precisamente fue expulsado por Risto Mejide de Todo es mentira? Se puede ser crítico con el Gobierno, por supuesto. Es necesario. Pero, como ya defendimos y como dijo Carlos Alsina en Más de uno, de Onda Cero: “No es tiempo de insolventes, ni de miopes, ni de idiotas”.
En una situación como la que está viviendo el país, no es tiempo de tertulianos de demostrada bajeza moral que intentan sacar rédito político o profesional incluso de una crisis sanitaria. No, ahora no. Ahora es el momento de expertos y profesionales que calmen a una población ya de por sí alarmada por el Estado de Alarma decretado. Y, por supuesto, de entretenimiento puro y duro.