Fue ver a Úrsula Corberó con su uniforme y las perlas y sentir ese deja vú seriéfilo que tantas veces nos ocurre a los enganchados a las series. Nuestra Natalia de Anclados es como la Caroline de 2 Broke Girls. Y no solo hay una coincidencia es las historias de sus personajes, ambas jóvenes pijas, ricas y superficiales que, de repente, tienen que ponerse a trabajar para costearse la vida.

A Natalia le ha pillado la sorpresa en medio del crucero y la única manera de devolver lo que ha gastado es convertirse en limpiadora, en el caso de Caroline, una niña de papá que tiene que ponerse a servir mesas para poder compartir piso (en realidad ella duerme en el salón) con una compañera de trabajo.

Lo que las convierte en personajes gemelos es un pequeño, pero para los amantes de la moda no tan pequeño, detalle. Las perlas. Las dos descienden de su elevado estatus social para ponerse los uniformes (de limpiadora o de camarera) pero hay algo a lo que no renuncian: una señal de identidad irrefutable

Caroline y Natalia se distinguen del resto con su collar de perlas

El collar de perlas. Limpiadora sí, pero pija. Que Coco Chanel la puede pillar con los guantes puestos y el codo metido en wáter ajeno, pero no sin ese collar que la devuelve inmediatamente a ese lugar en el que se sienten cómodas. Así se distinguen del resto, así siguen sintiéndose ellas mismas.

Lo que espero del personaje de Natalia es la profundidad que consigue la sitcom americana con el de Caroline en sus maravillosos 20 minutos de risas sin parar. Ella, pese a ser superficial y tremendamente pija (algo comparable a las hijas de la Preysler), tiene un objetivo que es montar su propio negocio de magdalenas junto a su nueva amiga de gran talento para la repostería.

Y es cierto que tiene a su caballo en un pequeño patio de su minipiso neoyorkino, otra reminiscencia de los lujos de su vida anterior, pero ahora no se le caen los anillos para trabajar dólar a dólar para conseguir ese proyecto profesional. Risas y perlas mediante.