Héroe o heroína. Mejor lo segundo. Ya sea cómic o droga, engancha más. Netflix ha estrenado (subido, compartido, añadido… o como se diga en este tipo de casos del vídeo bajo demanda) toda la primera temporada de Jessica Jones, su nueva serie original basada en un personaje del universo Marvel. Lo hace mejorando errores de su predecesora Daredevil y mostrando una historia mucho más atractiva. 

Jessica Jones es Krysten Ritter y Krysten Ritter es Jessica Jones. El peso de la serie recae en ella como una heroína hipster. Como todo protagonista en este tipo de género, está perturbada. Esto no es una sorpresa ya que nos hemos aprendido el esquema de las series de superhéoes de cabo a rabo después de tantos intentos.

Pero Jessica Jones nos presenta un producto diferente. Una historia en la que lo importante no son los poderes y las capacidades especiales. Una historia en la que lo que importante es el guión, por encima de que la protagonista pueda levantar los coches con una mano. De hecho, tardamos bastante en ver poderes. Y lo mejor es que nos importa un bledo.

La serie tiene su propia estética y no deja de ser un producto comercial por mucho Netflix que haya de por medio. Podría terminar perfectamente en una cadena generalista, pero bien tratada y con paciencia. Sí, vivo en una utopía irrealizable. 

Pero si algo consigue Jessica Jones es complacer a los amantes del cine de los 90 con una Carrie-Anne Moss reconvertida en una buena señora embutida en cueros. Ella y sus gustos sexuales prometen grandes momentos. Y es que si algo ha conseguido la nueva generación de series es recuperar a los rostros de hace varias décadas para convertirlos en señoras recauchutadas hasta las cejas. Ya sólo me falta Rebecca de Mornay en la lista.

Jessica Jones aprueba con nota para los amantes del género y para los que no lo son. Para los que no quieren un Arrow lleno de tramas románticas, para los que quieren una serie de ciencia ficción tratada con mimo, para los que quieren guiños al universo Marvel y para los que no quieren dormirse con intensidades sólo dignas de un grupo como Netflix. Jessica Jones tiene ritmo, cosa que se agradece y que a veces tenemos olvidado. Jessica Jones es (una) heroína.