Mercedes Milá demostró este jueves, una vez más, que tiene en el mismo cruce de sus piernas la Grandeza de España que muchas otras pregonan para sí mismas luciendo alhajas en las cutre-fiestas de la jet-set. No se puede ser más reina que Milá. No hay en el mundo una flor que el viento mueva mejor que la lengua de Mercedes.
La noche lo tenía todo: expulsión del homínido (por decir algo definitorio y no insultarle directamente) Suso y tema (que te quema) entre la pareja (no) gay de la casa: entiéndase que ya no se “entienden” Aritz y Han. ¡Por favor! ¿Se le puede pedir más a una de las últimas noches del “veranillo de San Martín”? Se me ocurren otras muchas formas de perder el corto tiempo que es la vida pero, sin duda, ninguna tan obscena y estimulante.
¡Olé Mercedes! ¡Dos orejas y Puerta Grande!
El caso es que la plaza estaba abarrotá y Mercedes, “la niña del confesionario”, recibió a porta gayola todos los morlacos que le fueron tocando en suerte. Lo suyo no fue simple faena de aliño. Se lució por chicuelinas tras el paseíllo con Amanda y encadenó una serie de verónicas en la cara de Maite que dejó al respetable sin aliento. ¡Olé Mercedes! ¡Dos orejas y Puerta Grande! Ni Curro Romero y Jesulín juntos… ¡Qué disparate!
Pero para faena de vuelta al ruedo la que le hizo a Susito. Llegó el noveno expulsado con el ánimo subido contra el público. Público aullante, abucheador… El público que le gusta a la Milá: libre como el viento. Sin que casi le diera tiempo a poner el culo en el taburete, ¡zas! la primera en la frente: “A ti te ven guapo y yo, la verdad, no veo que sea para tanto”. La cara del catalán era un poema. Pero un poema de esos malos, de los que ponen en los sobres de azúcar de los bares de carretera: una mezcla entre rima fácil y diarrea de palabras inconexas.
Mercedes es torera y más ágil de brazos que Jackie Chan.
A partir de ahí, le dio hasta en el cielo de la boca. Que si eres un machista… Que si ese amor por ti mismo es asqueroso. Que si lo de querer tanto a tu madre es infantil… Vamos, que recibió más hostias que las que reparten un domingo por la mañana en la Catedral de la Almudena. ¡Una ensalada de bofetones pero sin aceite, sin vinagre y sin nada! Mercedes es torera y más ágil de brazos que Jackie Chan. Lo suyo es más serio que Mon Santiso.
La mirada analítica de la Milá
La Reina del Reality también tuvo lo suyo para la enamorada Raquel. Y eso que sólo le vino a decir lo que todo el mundo piensa: lo de arrastrarse por un hombre que te ofrece a sus amigotes como un trofeo de caza no está del todo bonito. Para el que no haya visto Gran Hermano (que ya me parece fuerte): Suso le dijo a Ricky que no le hiciera ascos a Raquel si ésta le pedía mambo. Todo esto, después de ya habérsela beneficiado… El caso es que la extremeña estuvo a medio camino entre el babeo por la contemplación de su macho y la tensión de aguantar el fuego cruzado.
¡Ay amigas! ¡Cuánto tenemos que aprender de Mercedes Milá! Ella, con sólo mirarte a los ojos, ya sabe de qué palo vas. Igualito que muchas, que para empezar no saben ni mirar a los ojos. Con una mirada analítica de las suyas Merceditas descubrió el jueves que Biki es la persona especial que Aritz tiene fuera de la casa. Vamos, que digo yo que especial, especial será por la punta de atrás.
A Aritz y Han les faltó arañarse como otrora hacían Lolita y la Pantoja
Vamos, esta chica tiene más aguante entonces que el manager de Anabel Conde. Aritz ahora gritará mucho y renegará del chino Han, pero bien que le ha arrimado la cebolleta noche sí, noche también. ¡Vaya la performance que montaron el jueves! Les faltó arañarse la cara en las nominaciones, como otrora hacían Lolita e Isabel Pantoja. Todo por amor… ¡Todo por ustedes!
Mercedes Milá, ese púlpito vehemente entre los mortales. ¿Cómo puede alguien decir que un programa suyo es telebasura? ¡Pero si de esta mujer brota más cultura e inteligencia que la que exponen los contertulios de medio pelo que jalonan de caspa los debates (muertos) del panorama televisivo! Aquí el que no habla de Bárcenas es un paria… ¡Pues que vivan! ¡Viva la madre que te parió, Mercedes!