Ismael Beiro (Cádiz, 1974) fue el primer ganador de la historia de Gran Hermano. El gaditano formó parte de ese primer batallón que decidió participar en un nuevo, desconocido y revolucionario formato. Formó parte de ese primer grupo de valientes que se enfrentaron a lo desconocido, a una aventura que les cambio la vida, y no sólo a ellos, sino también a los millones de personas que siguieron sus aventuras.
Yo me tenía que haber ido a estudiar una beca Erasmus a Alemania
Beiro supo ganarse el cariño del público formando un inigualable dúo con su compañero de edición, Iván Armesto. Tras su salida, el pisha supo canalizar su popularidad a largo plazo y hacerse un hueco en la televisión actual convirtiéndose en uno de los rostros más míticos del formato.
Hoy, coincidiendo con la conmemoración del vigésimo aniversario de Gran Hermano, Ismael quiere rendirle su propio homenaje al formato que le vio nacer televisivamente desde las páginas de BLUPER.
¿Cuando oíste hablar de GH por primera vez?
Tenía un amigo con el que me tenía que haber ido a estudiar una beca Erasmus a Alemania, y me contó que allí se emitía este programa, e incluso intentó que viera alguna imagen del programa, cosa que por suerte, nunca ví, ni sabía en qué consistía. Sólo tenía claro que había que pasar 90 días en una casa sin contacto con el exterior y con personas con las cuales nunca había compartido ni un minuto antes de la fecha en la que entráramos en la casa.
¿Por qué decidiste apuntarte al casting?
Fue un flechazo. Acababa de desembarcar de hacer las prácticas de mi carrera, la ingeniería superior marítima, a bordo de un buque de pasaje, donde obtuve el título de oficial de la marina mercante española. Me recordaba mucho a la vida a bordo, encerrados en un barco, sin contacto con el exterior, y con personas que no conocía y que venían de una punta u otra del país, o del mundo.
¿Cómo fue el casting?
Yo no llamé por teléfono, envié un currículum que me habían devuelto el departamento de recursos humanos de una planta termosolar que se abriría en Cádiz en el año 2000, y muy amablemente me respondieron que me habían incluido en su base de datos, pero ya tenían a todo el personal. Y ese mismo currículum lo envié al apartado de correos de Zeppelin.
Lo primero que se me pasó por la cabeza fue: “Yo aquí no entro seguro”
El primer casting fue por teléfono, dos horas com una chica muy simpática riéndose conmigo al mismo tiempo que me preguntaba si yo había hecho todas esas cosas que ponía en mi currículum, y le respondí que me faltaban muchas más. El siguiente casting fue en Cádiz, presencial. Cuando entré en aquel salón del hotel y vi a todos los que se presentaban al casting cantando, bailando, contando chistes... lo primero que se me pasó por la cabeza fue: “Yo aquí no entro seguro”.
¿Qué pensaste cuando te dijeron que eras concursante de GH?
A decir verdad, nunca tuve ningún minuto en el que pensara que me estaba equivocando. Por entonces tenía que ir con un barco escuela desde Génova hasta Cádiz, donde se celebraría en el mes de mayo la gran regata del año 2000 y donde participarían todos los buques escuelas del mundo. Era el oficial que representaba a la Universidad de Cádiz junto a los profesores de la facultad. Lo cambié por la casa Gran Hermano... Siempre tuve la intriga, pero nunca la tensión ni el nerviosísimo.
¿Qué recuerdas de la experiencia de participar en aquella primera y mítica edición de GH?
Estaba realmente emocionado de vivir una experiencia televisiva y participar en el primer reality show de este país. Sólo conservo recuerdos bonitos, fue una experiencia única. Lo comparo con un campamento de verano donde todos éramos, o nos hicimos amigos. Disfrutamos con humildad de aquella casa, nada que ver con las casas que hemos podido ver en los últimos años. Era una casa honesta, sencilla, y cada día nos reíamos, nos divertíamos, nos entreteníamos, y nunca pensamos que afuera lo estaban viviendo con nosotros, que dormían con nosotros, se despertaban con nosotros, hacían suyas nuestra experiencia, y se identificaban con un grupo de jóvenes que eran normales, ni fuertes ni guapos, representantes de una sociedad trabajadora y soñadora de aquella época.
¿Qué consejos, como exgranhermano y primer ganador del concurso, le darías a los futuros habitantes de la casa de Guadalix?
A toda persona que quiera participar en Gran Hermano le recomendaría que fueran ellos mismos, que no quieran aparentar lo que no es. Que rían, bailen, se diviertan, que lloren si tienen que llorar. Que tengan claro que van a pasar más horas y más días con las personas que van a convivir en esa casa que con un amigo que lo ves tres o cuatro horas durante el fin de semana. Estos van a ser tus amigos a partir de ahora, entregaros unos a otros en la amistad, confidencias, risas, y vive la experiencia sin pensar en ganar ni en estrategias.
¿Recomendarías la experiencia?
Ahora mismo cualquier persona de este mundo puede participar en Gran Hermano, y está entrenada para ello. Solo que en lugar de estar en casa, con teléfono, con televisión, y con sus seres queridos, carecerán de todo esto para encontrarse con personas que nunca antes han visto, y que a partir de ahora serán su familia y con los que deberá de convivir y vivir.
No me veo con el derecho de cambiar esos recuerdos y esas vivencias por participar de nuevo en 'Gran Hermano'
¿Repetirías la experiencia Gran Hermano?
Participaría en cualquier otro reality. Tengo tan buen recuerdo de mi paso por allí y me consta que la audiencia que nos siguió también. Así que no me veo con el derecho de cambiar esos recuerdos y esas vivencias por participar de nuevo en Gran Hermano. Eso sí, si hicieran un Gran Hermano con todos o casi todos los participantes de la primera edición si que participaría, hasta tengo el título: Gran Hermano. La revancha.
¿Cuánto te ha cambiado la vida Gran Hermano?
En el año 2000 fui nombrado el personaje más conocido de España. Me llamaban de reclusiones de Italia, Colombia, Argentina... Cuando alcanzas tanta popularidad puedes hacer dos cosas: vivir de ella hasta que se agote, o canalizarla en una profesión, donde te debes de sacrificar, conocer el medio en el que estás, estudiar... Decidí coger el segundo camino y prepararme. Luego llegaron clases de interpretación, idiomas, máster en dirección de empresa audiovisuales, clases de improvisación, de comedia, de stand up...
¿Cómo es convivir encerrado y vigilado las 24 horas del día?
Igual que en un buque mercante, pero sin trabajar y sin la responsabilidad de llevar a más de 1000 pasajeros que depende de un equipo de oficiales entre los que me encontraba yo. Si que te contaré que, al tercer día de estar en la casa, deja de llamarte la atención las cámaras y los micrófonos.
¿Qué queda de aquel primer GH respecto a las últimas ediciones emitidas?
Nada tiene que ver. Vivimos la mayor de las suertes: entrar en el primer reality de este país sin haberlo visto antes nadie, sin estrategias previas, ni estar condicionados por otras ediciones porque no existían, éramos los primeros. No me cansaré de decir que en cualquier reality es más fácil llevarse bien y divertirse que tener una actitud contraria y que, más temprano que tarde, esta actitud tendrá un seguimiento que se llama audiencia, y una recompensa que se llama gratitud por parte de esta audiencia. Hagamos líderes e identifiquemos a los concursantes como personas con las que nos pudiéramos identificar y no con canallas que llegáramos a odiar. Cuídense y luchen por ser felices.