Ríos de tinta han corrido en relación a Pasaporte a la isla, un reality que nace con la premisa de buscar al primer concursante de Supervivientes 2016. "Telecinco ya no sabe qué inventar", leía por las redes sociales, por lo que voy a ser claro y voy a explicar todo en una sola frase: ¡Telecinco no ha inventado nada!
'Conquistour' pone en juego la primera plaza para 'El conquistador del fin del mundo' de ETB
Este tipo de concursos, que podríamos llamar como pre reality shows, existe desde hace años. Es más, en España hemos tenido casos muy conocidos, aunque no a nivel nacional. El conquistador del fin del mundo (un programa de ETB al que todo el mundo debería dar una oportunidad para descubrir cómo se hace un concurso de aventuras) tiene su propio hermano pequeño, Conquistour, un reality show veraniego que pone en juego la primera plaza de concursante para la próxima edición. Es decir, exactamente lo mismo que Pasaporte a la isla.
En ambos casos el presupuesto es evidentemente inferior. España se convierte en el escenario de estos formatos, relevando a Honduras o Argentina, las pruebas son menos espectaculares, y las referencias a Supervivientes o El conquistador del fin del mundo son constantes. Al fin y al cabo, no son más que programas derivados de su éxito.
Precisamente, esta concepción de spin off de Supervivientes sirve para explicar el casting de Pasaporte a la isla. La gente realmente famosa podrá ir al concurso sin tener que pasar por un programa previo, mientras que personajes no tan conocidos deben ganarse un lugar en la isla con el sudor de su frente.
Evidentemente esto sería maravilloso si a Supervivientes sólo acudiesen estrellas de primer nivel, pero Noel, Lola, Rubén, Christopher o Elisa de Panicis gozan de la misma fama (o menos) que Jenny Llada o las madres de Quién quiere casarse con mi hijo. Aún así, el casting low cost está justificado en Pasaporte a la isla, cosa que no ocurrió con Campamento de verano.
Polonia, Noruega y Serbia crearon versiones muy cortas de 'Gran Hermano' antes de lanzar la edición definitiva
Por otro lado, estos reality shows que anteceden a otros programas más relevantes no sólo sirven para ahorrar costes. Polonia, Noruega y Serbia crearon versiones muy cortas de Gran Hermano antes de lanzar la edición definitiva; eran concursos de menos de dos semanas de duración que servían para escoger a los últimos participantes del programa entre aquellos que se habían quedado en duda en el casting, aunque en verdad era una excusa para calentar motores, comprobar el funcionamiento de la casa y acostumbrar al equipo a trabajar en la realización de un reality show.
Ejemplos hay muchos, y demuestran que Mediaset España ha adaptado una moda que lleva años extendiéndose por otros países y, me atrevo a decir más, ha llegado tarde. Reino Unido ya había llegado un paso más lejos cambiando el orden de los programas. La undécima edición de Gran Hermano que se emitió en Channel 4 estaba destinada a ser la última, por lo que la cadena anunció que, el mismo día de la final, arrancaría la despedida definitiva de la franquicia con una versión especial de 18 días de duración titulada Ultimate Big Brother.
La casa recibiría a los concursantes más importantes de la historia del reality show, e incluiría a un solo participante de la edición número once: el ganador. Así por tanto, Gran Hermano se convirtió en el pre-reality, ya que gran parte de las conversaciones que se desarrollaron durante la convivencia versaron sobre el futuro del ganador, que se compartiría techo con la gente más famosa que había pasado por el reality show.