Estoy confuso. Indeciso. Sumido en una laguna de incertidumbres. No sé si hoy le estoy dedicando una carta abierta a un genio postmoderno de la literatura o a un pobre zumbao. Hablo del personaje que pone títulos a los programas de Telecinco y Cuatro. Me da igual hombre o mujer. Su sexo no es relevante. Su mente es lo que me inquieta, perturba, atormenta. ¿Quién es? ¿De donde sale? ¿Dónde lo encontraron? ¿En Harvard? ¿En un descarte de Un príncipe para? ¿Entre los Supersingles?

Dudo entre si es un visionario o un pobre diablo desacompasado. Un genio del marketing o un tipo que aún se comunica con sus congéneres diciendo efectiviguonder. No albergo en mis posibles cábalas que se trate de alguien normal, mundano, cotidiano. Un mediocre, vaya. Es literal y literariamente imposible. Alguien capaz de articular toda una santa parrilla en torno a programas exhortativos (Sálvame, Levántate, Cámbiame o ese último y glorioso Vienes tú o voy yo para Bertín Osborne) es, sin duda, un ser especial. 

Pero es que además, lo que más me fascina, me postra ante su ser, me arrodilla en su presencia, es la capacidad del ese mismo personaje para patear el idioma de Cervantes con cíclicas y constantes perversiones de la lengua de Shakespeare. Igualito que una abuela de Ciudad Real haciendo un cursillo de inglés por fasciculos, Mediaset juega de tanto en cuanto a ser original, divertida e ingeniosa con sus programas de imposible escritura y churrigueresca pronunciación. El resultado es esa misma abuela pero borracha de mosto y desatada en una boda. Una mezcla de vergüencita ajena, ternura y patetismo

Así que, en un bonito homenaje, a la par que descarado plagio, a una de las paginas web más sensacionales de Internet (ya sabéis quiénes sois), para analizar correctamente estas ansias de transformación idiomática de Mediaset, hemos reclamado la presencia de las reinas del transformismo televisivo. Los y las participantes de Ru Paul Drag Race, tan divas, petardas, kichst y divinas (en ocasiones) como este top 5 de títulos de programas sin sentido paridos bajo la batuta del italocastellanoparlante más famoso desde Eros Ramazzotti

 1. El pionero - Dutifri

¡Qué comience la fiesta! Xavier Sardá da el pistoletazo de salida a los programas de titulo chorra. Qué mejor manera que resumir el espíritu molón y charlatán de su fallido espacio de entrevistas a celebrities (Sardá siempre fue un visionario adelantado) que castellanizando la zona más mitificada de los aeropuertos con permiso de las cabinas de pilotos, el Duty Free. Ese oasis donde tres cartones de tabaco costaba 20 duros, podías comprar un visón por 5.000 pesetas y los perfumes de Channel se regalaban con las patatas fritas. Aspiracionismo puro. 

Algo así era el programa. Una versión barata del Hola mezclado con Planeta Calleja, por aquello de los viajes, y con detalles de lo que sería En la tuya o en la mía. Pocos recuerdan el programa. Salvo el que pone nombres en Mediaset. Lo vio claro.

2. El fracaso- Guasap

Imposible de definir, clasificar o catalogar este producto de Cuatro en sus primeros años mediasetizado. Más que nada porque never ever vio la luz. ¿Tan infame era? Los que disfrutaron de sus primeros pilotos asi lo atestiguan. Nosotros nos tenemos que conformar con analizar su nombre, que ya avanzaba una tendencia muy marca de la casa: combinar la castellanización con una doble lectura. En este caso, la unión del sistema de comunicación más popular del mundo, Whatsapp y la siempre divertida, moderna y actual palabra "guasa" (a la altura de "basca", "chachi piruli juan pelotilla" o "te da cuen"). 

El futuro nos ha enseñado dos cosas. Una, que poner a Dani Martínez al frente de un programa en Mediaset es alto riesgo; y dos, que los ingeniosos titulos de programa con multipes significados no van a ningún lado.

3. La reincidencia - Guasabi

La vida está llena de situaciones inexplicables. El éxito de Andy & Lucas, el público de La Ruleta de la Fortuna o, en el caso que nos ocupa, la terquedad de Mediaset. No les quedó claro que la "guasa" televisiva no es tendencia desde los tiempos de Xuxa y volvieron por sus fueros. Vale, Eva Hache es mucho más divertida que Dani Martinez (el marsupial de Zootropolis es más divertido que Dani Martínez), pero ¿un programa de cámaras ocultas? ¿en serio? ¿en 2015? No les parecía suficiente rechazo para el espectador que, además, le pusieron de nombre una de las sustancias más viscosas de la gastronomía. 

Seguimos intentando descubrir qué narices tiene que ver un condimento nipón extremadamente picante con una cámara oculta. Nos preocupa esa asociación de ideas en según qué cabezas...

4. La decadencia - Feis tu feis

El colmo de los colmos. El acabosé. El rizo rizado. En 2016 todavía hay alguien en Mediaset que no sabe escribir en inglés. Lo habla, sí, pero no tiene claro como va la ortografía. Así que para hacerle la vida más fácil han tirado por este camino del cutrerio. Ni siquiera el hecho de pensar que está detrás de todo esto Joaquín Reyes y sus 'celebrities' ayuda a desengrasar uno de los nombres más terribles de cuantos se han puesto en marcha en los últimos tiempos.  ¿No hubiera sido más lógico intentar recuperar algún elemento de la marca Chanante? Pues no. 

5. El padre de todos ellos - Guaypaut!

Algún día sabremos cómo se gestó este nombre entre la cúpula de Telecinco. Quizá a fuerza de repetir el título (un sucedaneo de Humor Amarillo) alguien que pasaba por la puerta lo escuchó un poco de soslayo, lo apuntó en una betacam y tiró p'alante. O quizá fue el primer arrebato de locura del sujeto que hoy nos ocupa. Pero lo cierto es que es una de las mayores paletadas de la historia de la televisión reciente. Ni mantenemos el título original ni lo castellanizamos. Directamente lo ponemos como suena y arreando para el monte. Si no fuera porque nos manejamos con el idioma más rico del mundo entero, sería para echarse a reír.

Afortunadamente, CSI nunca llegó a llamarse Siesai, ni Castle terminó siendo "Casel". Pero solo porque ese día el que registraba los nombres de programas estaba de vacaciones.