Podría parecer el título de una película de sobremesa del fin de semana o de una telenovela, pero Mentiras peligrosas, el mayor éxito de Leticia Sabater, fue peor que el mayor esperpento conocido en la pequeña pantalla.
No sólo porque aquel talk show estrenado en 2002 en Canal 7 utilizara a un público de figurantes para generar una discusión ficticia o llegaran a introducir un rocambolesco secador de pelo reconvertido en máquina de la verdad (Truth Metter Vap), sino por expresiones y mensajes que 18 años después serían inadmisibles incluso en una televisión local.
El perfil de Twitter Spain Reactions recogía en uno de sus últimos hilos algunos de los vídeos del programa-parodia, en los que se puede ver a la actual concursante de La casa fuerte en el papel de instigadora de la bronca.
Sabater, instigadora de la bronca, echaba más leña al fuego para que su comparsa televisiva terminara perdiendo los papeles y las manos
La catalana arrancaba las dos horas de dislate desvelando alguna cuestión embarazosa, que desencadenaba la discusión forzada de los aspirantes a faranduleros. Si en algún momento parecía que la cosa se calmaba, Sabater echaba más leña al fuego para que su comparsa televisiva terminara perdiendo los papeles y las manos.
Los conflictos se resumían en desencuentros familiares e infidelidades, con manifestaciones machistas, racistas y homófobas, inconcebibles en la pequeña pantalla actual, que servían para generar el conflicto entre los invitados. Si había alguna duda del agravio, el programa contaba con un equipo de investigación que había captado (en los aledaños del set) las imágenes con cámara oculta de la ‘verdad sobreactuada’.
Mientras los actores de tercera se daban mamporros a diestro y siniestro, Leticia mantenía su actitud cizañera rebuscando en el guión con qué frase o dato aumentar la tensión en el bizarro plató. “¿Usted sólo ha tomado una copa? ¿Le dijo a su mujer que era un local gay? ¡Este señor se piensa que somos imbéciles”, decía antes de poner un vídeo en el que se podía ver una supuesta cámara oculta de un hombre liándose con un "gay que trabaja en el local". "¡Sinvergüenza!", le gritaba antes de que la mujer y la hija se levantaran a pegarle.
La parcialidad y neutralidad de la moderadora brillaba por su ausencia en aquel esperpento que llegó a tener miles de seguidores. Aunque el embuste formaba parte del juego, era complicado no quitar el ojo de aquel frikismo televisivo, que en su segunda entrega fue incluso más allá con partos de bebés Nenuco y exorcismos en directo.
Un dislate tras otro, en el que no cabían reflexiones o límites éticos o morales porque en la televisión de hace 20 años casi todo era posible, incluido un formato que presumía de ser una mentira en su concepto y contenido. "
Mentiras peligrosas llegó a acumular miles de espectadores, fieles hasta que Leticia decidió participar en La isla de los famosos, el principio del exitoso Supervivientes. Tras su marcha, fue sustituida por Loreto Valverde, pero el espacio decayó estrepitosamente, pasando a la historia de la televisión bochornosa.