La tendencia imperante en Hollywood de recuperar series míticas ha llegado con fuerza a España, donde ya están en marcha las actualizaciones de El Internado, Los Hombres de Paco y Física o Química. Sin embargo, esa moda por el ‘revival’ en la ficción no se ha extendido al mundo del entretenimiento, probablemente porque es inviable producir un gran formato con los códigos de la televisión de hace 20 años, ya que la industria, los espectadores y los gustos televisivos han dado un giro copernicano.
La nostalgia es un sentimiento dulce, que nos traslada a momentos idealizados en nuestro imaginario, pero también desvirtuados por el propio paso del tiempo, un arma de doble filo que nos recuerda que cualquier tiempo pasado no fue mejor. En el plano televisivo, la añoranza es un sentimiento generalizado, sobre todo, entre los espectadores, pese al bombardeo constante de contenidos. La industria, ojo avizor a las demandas de los usuarios, lleva décadas recuperando historias de ficción en forma de revival, reboot o remake con dispares resultados en los audímetros.
La añoranza televisiva es un arma de doble filo que nos recuerda que cualquier tiempo pasado no fue mejor
España no es ajena a esa tendencia y pronto estarán de vuelta El Internado, ahora subtitulado Las Cruces y en Amazon Prime Video; Los hombres de Paco, con muchos de sus personajes originales, y el instituto Zurbarán de Física o Química, que reabrirá sus puertas. Regresos que han generado una enorme expectación entre sus fans, que se cuentan por millones.
Sin embargo, el entretenimiento es más cauto y, además, no todo lo que fue un bombazo entonces puede trasladarse al presente sin desvirtuarlo por completo. Es el caso de El Gran Prix, cuya reaparición falsa fue foco de atención de miles de seguidores ávidos por revisitar el éxito de Europroducciones conducido por Ramón García y Bertín Osborne en distintas etapas. Tal y como te contamos en BLUPER, Ramontxu negó la mayor en redes y advirtió que el supuesto especial no estaba autorizado por los productores.
“Hay un Grand Prix preparado para salir, renovado perfectamente. No se ha hecho porque las televisiones tienen miedo de los animalistas", señaló hace un año el bilbaíno. Aquella gran competición entre pueblos de menos de 50.000 habitantes contenía muchas pruebas inspiradas en Humor amarillo, pero también aportaba juegos más locales, arraigados en la cultura taurina, que sufre desde hace tiempo una grave crisis de simpatizantes.
El inevitable paso del tiempo cambia los gustos del público, lo que ayer encantaba, hoy horroriza. Además, gracias a la tecnología y a la amplia gama de contenidos, el espectador goza de la oportunidad de elegir lo que quiere ver, así cómo y cuándo.
Intentos recientes y fallidos
Asimismo, los intentos recientes por recuperar clásicos del entretenimiento han resultado un descalabro. Hace 16 años, TVE decidió cancelar definitivamente Un, dos, tres… a leer otra vez una semana antes de su despedida oficial debido a los bajos registros de audiencia. El concurso de Chicho Ibáñez Serrador, presentado por Luis Larrodera, fue en caída libre después de un 46,2% de cuota en su estreno. En pocos pases, el revival del clásico de los 70 perdió más de cuatro millones de seguidores, un duro palo para un formato que había vivido las mieles de los 20 millones cuando en España solo había una televisión.
Mucho se ha escrito sobre otras recuperaciones como Furor, sobre todo en 2014 cuando Alonso Caparrós se embarcó en Puro Furor 2.0, una versión para salas y discotecas que pasó sin pena ni gloria. Desde su cierre definitivo en 2006, esta producción de Zeppelin TV ha sido revisitada en versiones más contemporáneas y sin éxito como sucedió hace tres años con El gran reto musical, que se despidió con un insufiente 7,9% de cuota de pantalla.
El ejemplo más reciente es Juego sin fronteras, formato de la Unión Europea de Radiodifusión con más de cincuenta años de historia, cuyos malos resultados de audiencia obligaron a Telecinco a su retirada apenas dos semanas después de su estreno. Experiencias y razones para entender las reticencias de los operadores a entrar en un terreno incierto, con un ritmo y unos códigos radicalmente distintos a los que demanda el espectador actual.