Sacar una conclusión de Lo que escondías sus ojos tiene su complicación. Y es que la nueva serie de Telecinco tiene sus cosas muy buenas y sus cosas muy malas. Pocos términos medios. Serie de contrastes donde las haya, busca la perfección visual en cada momento. Una perfección incluso excesiva en algunos momentos que, cuando aparecen los títulos de crédito, deja un regusto final con aires positivos. Un culebrón que, sin embargo, no se despeina a la hora de crear. Flasheada, cumple las normas del cliché Telecinco: si no hay carne, no hay share.
Primero hay que dar las buenas noticias. Blanca Suárez consigue madurar y dejar atrás la imagen de niña cándida que no ha roto un plato para convertirse en una gran diva. Diva hasta por su forma de fumar. La actriz se lleva casi todo el peso protagonístico y por eso permite que el regusto sea menos ácido.
Maniquí de bellezas de incalculable valor del mundo de la moda, Suárez enamora a la cámara y demuestra con firmeza que no nos equivocamos con esta chica. Consigue sacar un aire frívolo necesario para el personaje. Su perfección ante la cámara resulta chocante en numerosas ocasiones pero describe perfectamente el fondo de la historia: una serie que no se ha querido ensuciar y ha preferido una buena onda en el pelo después del gran polvo de la trama.
La cero química entre Blanca Suárez y Rubén Cortada resulta aplastante
Una de cal y una de arena. La cero química entre Suárez y Rubén Cortada resulta aplastante. Guapos, atractivos y sin complejos, no desprenden sexualidad ante la cámara en ningún momento. Una relación que se basa en el mero atractivo físico resulta empalagosa y sin picante. El acento de Cortada resulta forzado y calculado, lo que hace que el actor no pueda preocuparse por la buena interpretación.
El primer capítulo de esta historia dividida en cuatro entregas explota mucho la historia de amor y deja la trama política en un segundo plano. Tanto, que el señor Serrano Suñer parece un angelito caído del cielo. Si bien deja sobre la mesa un entramado político que podría ser tratado con mucho acierto en las siguientes entregas.
Gutiérrez consigue una de las mejores interpretaciones que se han hecho de Franco en la ficción española
Si hay que quedarse con algo de Lo que escondían sus ojos, ese es Javier Gutiérrez. En el papel de Franco, el actor interpreta a un auténtico calzonazos con ganas de conquista que no cae en la parodia ni en el absurdo. Con un timbre calculado a la perfección, Gutiérrez consigue una de las mejores interpretaciones del personaje que se han hecho en la ficción española.
La dichosa luz de Telecinco echa por tierra mucho trabajo. Una historia con muchos tintes dramáticos y oscuros están iluminados con una luz más propia de Acacias 38. Hace de Lo que escondían sus ojos un telenovelón que bien podría haber sido una gran historia de amor que cambió el curso de la Historia en España.
No se puede esconder que Telecinco quiso hacer con esta serie su propia El tiempo entre costuras. La lista de actores que repiten es larga. Y tiene que entender, por lo tanto, la ristra de comparaciones que surgen por el camino. Mientras la de Antena 3 profundizó mucho más y sin miedos en la historia de Sira Quiroga como espía, Telecinco parece incapaz de seducir al espectador si no narra una gran historia de amor.
En medio de unas localizaciones espectaculares grabadas con mucho gusto, la historia de Lo que escondían sus ojos está demasiado troceada, contada a trompicones a través de los encuentros amorosos de Suárez y Cortada. Sin atender sus sentimientos en solitario que harían de esta ficción un producto mucho más rico y entendible.
Sin embargo, querer atender al cliché del público de Telecinco no es sencillo ya que has de incluir incluso una escena en la que dos ingleses hablan entre ellos en español para desechar el subtítulo. Desatender al riesgo creyendo que el público de la cadena no conecta con historias demasiado complicadas. Al final, Lo que escondían sus ojos se queda como un proyecto muy bonito visualmente que en la narración peca de gatillazo al no querer embarrarse más y contar la verdadera historia de un calentón.