Mediaset vuelve a apostar por Ven a cenar conmigo: Gourmet Edition. Por un lado, ha preparado dos nuevas temporadas, una con Terelu Campos, Sofía Suescun, Gianmarco Orestini y Yurena, y otra con Irene Rosales, Miguel Frigenti, Amador Mohedano y Fani Carbajo.
Por otro lado, Telecinco continúa reponiendo viejas ediciones, y entre ellas,destaca la que protagonizaron Rosa Benito, Irma Soriano, Loles León y Belinda Washington, la que quizá haya sido la mejor temporada de todas las protagonizadas por famosos.
El morbo de ver a un famoso moverse por su casa
Ven a cenar conmigo: Gourmet edition se lo pone fácil a los espectadores más morbosos y cotillas. Nos permite conocer de primera mano cómo vive tal o cual famoso. Así, descubrimos que Rappel vive en una pedazo de casa como un templo, que Ana Obregón tiene una cocina muy estropeada, o que Enrique San Francisco vive en un hotel y no sabe cocinar.
Por otro, nos permite observar por un agujero en la pared a esas celebridades, y vemos quién es correcto con sus invitados, quién descuidado y quién, directamente, busca el conflicto y el enfrentamiento.
Todo esto y mucho más se pudo ver de lo lindo en la citada edición de solo mujeres en las que compitieron Loles León, Belinda Washington y Rosa Benito. Porque allí hubo colegueo y piquitos entre amigas, y a la vez, puñales que volaban de lo lindo.
Los enfrentamientos de Rosa y Belinda, y los de Loles e Irma
Ver a dos famosos enfrentarse puede resultar incómodo. Por ejemplo, recordemos el día que Enrique San Francisco preguntó de forma poco diplomática a Topacio Fresh sobre sus genitales. En otras, la cosa se vuelve divertida, como aquellos piques entre Carmen Lomana y Míriam Saavedra, que empezaron en la grabación y se extrapolaron a las redes sociales. “No te mando al infierno porque el diablo te va a devolver” llegó a decirle Lomana a la princesa Inca.
En la edición que nos ocupa, vimos cómo nada más empezar el concurso, Rosa Benito recordó la etapa en la que Belinda Washington presentó el programa de corazón ¡Qué me dices!, el cual como catalogó como “una televisión muy dura” en la que “hacían a veces daño”. Por suerte, la sangre no llegó al río y se paso página pronto, y se obvió que Rosa comió durante muchos años de un formato en la misma línea.
Más movidos fueron los múltiples encuentros de Loles León con Irma Soriano, a la que no tragó desde el minuto uno. “Me ha sorprendido que Irma viniera con nosotras tres, porque la veo con otro discurso, en otra sintonía. Ha sido una impresión, de momento, pero que eso pase”, decía a la cámara en un momento de confesión.
Ya en la comida, a Loles le incomodaba que la Soriano monopolizaba constantemente la conversación, con auténticos soliloquios sobre cualquier tema, y no se cortaba un pelo al poner malas caras.
Como Loles no metía palabra, Irma la invitó a comentar la cena, y la León dijo muy sobria que lo haría “cuando terminéis de hablar”. “Para los programas está bien que no nos pisemos hablando”, añadía la actriz.
El momento de mayor tensión vino en los postres, cuando Rosa ofreció un cabello de ángel casero que anunció como si fuese hojaldre cultivado en el huerto de su yerno. Para sacarla de su error, Irma consultó el móvil y fue leyendo la receta, pero Loles le decía por lo bajo que se callase, aunque a la andaluza le entraban las palabras por un oído y le salían por el otro.
“No sé qué parte de la frase 'cállate' no entiendes” le dijo a Irma, que ni así mantuvo la boca cerrada. “Ninguna” respondía la finalista de Gran Hermano VIP. “Ninguna, ya lo veo, no paras” continuaba Loles muy enfadada.
Irma no quería dejarse vencer. “Es verdad todo lo que has dicho. Es el evangelio”. “A ver si es el evangelio para ti, porque a lo mejor tampoco entiendes el evangelio”, volvía a atacar Loles, que instaba a su compañera a ver si en el siguiente programa estaba callada. “Si me callo no está bien” sentenciaba Irma.
Los desencuentros entre ellas fueron a más cuando hicieron de anfitriona; las dos cocinaron pollo, y aprovechaban cualquier ocasión para decir que el de la otra era insípido, o que algún ingrediente repetía.
Más allá de los malos rollos
Discusiones a parte, esta edición nos dejó grandes momentazos, como cuando se puso un vibrador en la nariz durante el tuppersex que organizó Belinda Washington. Rosa se mostró como una gran desconocedora del sexo, y preguntó a sus compañeras que qué era eso del multiorgasmo del que hablaban, y pensó que un anillo para el pene “era para las servilletas”.
Loles León también habló de sexo sin cortarse un pelo, y recordó la vez que ligó con Jeremy Irons. “Estábamos a punto de hacer una cama redonda cuando me caí por una escalera buscando el interruptor de la luz y se fastidió todo. Me rompí la pelvis y un montón de huesos. Estuve 35 días colgada”, contó entre risas la actriz, que también relató un flirteo con Jack Nicholson. “No sé qué decía porque no le entendía. Mi traductora era Rossy de Palma. La pedí que le dijese que me daba miedo por si nos daba un hachazo como en El Resplandor. Él dijo que lo iba a hacer, pero no con el hacha...”.
En esta temporada no faltó ni siquiera la música. Y es que Belinda, antes de ser concursante de la última edición de Tu cara me suena, deleitó a sus compañeras cantando antes de la cena, y lo hizo tan bien que Rosa Benito se terminó emocionando, con las lágrimas saltadas. Lágrimas que también casi derrama luego la propia Washington, solo que por las críticas que le lanzaron a su menú, en el que el pescado estaba crudo.
La promesa de cambio de Rosa Benito
Aquella edición la ganó Rosa Benito, gracias que a última hora Irma Soriano usó un poder especial que tenía para darle dos puntos adicionales. Y para Rosa fue una sorpresa y prometió un cambio de rumbo en su vida. “No podéis imaginar la felicidad tan grande que siento. Me habéis hecho creer en mi otra vez”, afirmaba, no sin antes pedir a sus amigas que le hiciesen un perfil en Tinder para ligar.