Abrirse camino en el peculiar mercado televisivo español no es sencillo. La compleja implantación de la Televisión Digital Terrestre (TDT), con cierres sonados como el que protagonizó en junio de 2002 Quiero TV, fue el preludio del complejo tránsito que tuvieron que llevar a cabo plataformas de streaming como Netflix, HBO y Amazon Prime Video 15 años después.
Una cuenta pendiente para Disney+, que seis meses después de su lanzamiento en España y tras el boom de descargas de su estreno (cinco millones en Europa), trata de mejorar su imagen como plataforma prioritaria o favorita, que en mayo se estimaba en un 1,9% para sus suscriptores, según el informe mensual de GECA.
El ejemplo más reciente de fracaso absoluto fue Sky España, que a principios de septiembre echó el cierre definitivo tras tres años de lucha incesante por hacerse con una cuota de mercado frente a los grandes gigantes de internet, que se reparten la mitad del pastel, dejando muy poco margen de desarrollo a otras ofertas. Su catálogo en España difería bastante del que ofertaba en Reino Unido, Alemania o Italia, y muchas de sus series estrella se podían consumir en otras plataformas totalmente asentadas como Movistar+ y HBO España.
Cada vez son más los usuarios que optan por invertir parte de su presupuesto en un servicio de calidad y con una propuesta atractiva
En la actualidad, compiten alrededor de 15 plataformas de series y películas, y la mayoría de ellas han tenido que adaptarse a la peculiar idiosincrasia del público español, que hasta hace muy poco tiempo no concebía pagar por consumir un contenido concreto, de ahí el vasto triunfo de la piratería en España. No obstante, esa tendencia al hackeo ha perdido fuerza en los últimos años.
Cada vez son más los usuarios que optan por invertir parte de su presupuesto en un servicio de calidad y con una propuesta atractiva. El punto álgido en esa metamorfosis del consumidor español se produjo en pleno aislamiento por el coronavirus. Según las estadísticas, el acceso a las plataformas se disparó un 108% durante el fin de semana en el que se decretó el Estado de Alarma.
Estrategias y alianzas para penetrar en el mercado español
La empresa de entretenimiento de Los Gatos juega con una considerable ventaja con respecto al resto, no solo por ser la primera en llegar al mercado español, también por su ingente producción (más de 4.000 títulos), que incluyen varias series ‘made in Spain’ convertidas en éxitos internacionales como La casa de papel, Élite y Las chicas del cable.
HBO España, por su parte, ha incrementado en los últimos tiempos sus producciones originales como Foodie Love, Patria, Por Hache o por B, Escenario 0 y 30 Monedas, a las que hay que sumar ficciones emitidas en el abierto con una gran acogida de público como Gran Hotel, Allí abajo o El Ministerio del Tiempo.
Por su parte, Amazon Prime Video se ha hecho con los derechos de títulos reconocibles por el público español e internacional como Vis a vis, Pequeñas coincidencias e Inés del alma mía. Sin olvidar su estratégico acuerdo con Mediaset a principios de año para ofrecer en exclusiva cuatro series (El Pueblo, Madres. Amor y vida, Caronte y Señoras del (h)AMPA), a las que se acaba de sumar Desaparecidos, y dos documentales: De la vida al plato y La familia del baloncesto español.
Disney+ y su cuenta pendiente con la producción original
En medio de ese reparto desorbitado de contenidos, Disney+ (24 marzo) estrenó su catálogo de series y películas en España, un nuevo servicio avalado por uno de los estudios audiovisuales más poderosos del planeta. Sin embargo, su oferta deja mucho que desear, apenas ha contado con estrenos destacados salvo The Mandalorian, que prepara ya el desembarco de su segunda temporada, y muchas de sus grandes promesas de ficción se vieron aplazadas por la crisis sanitaria. Cierto es que cuenta con clásicos de cine y la televisión de todos los tiempos que tienen su público fiel, pero a día de hoy es muy complicado destacar solo con ese melancólico inventario.
Tampoco hay noticias ni oficiales ni oficiosas de que la compañía haya iniciado acuerdos para implementar su producción propia en España, una obligación para todos proveedores que operan en Europa, y a la que se han adaptado en tiempo récord sus predecesores. Por no haber, no ha habido ni en ocasiones doblajes al español como pasó en las primeras semanas con el estreno del musical Hamilton.
“Spain is different!”, decía el eslogan auspiciado desde el Ministerio de Información y Turismo en la década de los 60, un late motiv que en el sector audiovisual se impone como un mantra ya que el que no termina de entenderlo suele estar abocado a la extinción. Será inevitable que Disney+ transite por el mismo camino y que coja carrerilla porque llega algo tarde y con la tarta audiovisual fragmentada hasta la extenuación.
De ahí que la crítica que hacía Berto Romero hace unos días a la empresa del ratón en Late Motiv encierre un sobresaliente análisis sobre la imperiosa necesidad que tiene de adaptarse a la idiosincrasia del mercado español si realmente quiere mantener a sus abonados y captar nuevos.
"¿Cómo que Disney Plas? Llevo todo el verano escuchándolo y me iba a callar. Pero, muchachos, que estamos aquí nosotros, que es Movistar Plus. Y esto era Canal Plus desde los años 90. ¿En 30 años alguien ha dicho Canal Plas? ¿O Canal Plú que venía de Francia? Que no lo hacemos por no querer hablar bien, sino porque la RAE recoge la palabra plus. Quieren corregirnos y que quedemos como garrulos. Lo tomo como un ataque personal", se preguntaba.