"Todos tenemos un Alcàsser", le espetaba este sábado Jorge Javier Vázquez a María Teresa Campos durante su entrevista en Sábado Deluxe después de que ésta dijera que ella nunca había hecho un programa para hacer daño a nadie.
Sólo unos minutos después, en medio de su entrevista con Alina, la novia del supuesto amante de la mujer de Josep María Mainat, Ángela Dobrowolski, el presentador le preguntaba a su directora si creía que fueran a salir bien de todo esto.
En audiencias, desde luego que salían bien. No hay nada más interesante para un espectador a esas horas de la madrugada de un sábado que una historia en la que se mezcla drogas, orgías, estafas, intentos de asesinatos, escorts, herencias multimillonarias…
“¿Quieres enviar un saludo en ruso a la gente rusa que nos esté viendo?", bromeaba Jorge Javier intentado quitar hierro al asunto. "No, no. Yo no me relaciono con gente rusa", decía muy escueta la joven. "Muy bien, pues dejamos a los rusos que bastante tienen los pobres", añadía avispado el presentador.
Pero, profesionalmente, a Vázquez se le notaba incómodo con una entrevistada que apenas contestaba con monosílabos y a la que no se le veía en la mejor de las condiciones. El presentador era consciente de lo que estaban haciendo. Sabía que las condiciones en las que se estaba entrevistado a Alina, a la que prácticamente habían ‘secuestrado’ en Barcelona para tener su testimonio en exclusiva, era retroceder a aquella televisión escabrosa de los 90.
Un bizarrismo que recordaba a aquella televisión sin ningún tipo de escrúpulos en la que se entrevistaba al primero que, por una módica cantidad de precio, estuviera dispuesto a vender su alma al diablo en prime time. Daba igual que su testimonio cojeara. Lo importante era darle su picadita de morbo al espectador más ansioso de vísceras.
Hotel, comida y ropa
Sólo unas horas después, una reportera de Socialité nos lo confirmaba. Habían aprovechado que la joven estaba cansada, recién salida de un calabozo por un delito de hurto y con necesidades económicas, para convertirla en una multiplicadora de share. "Tenemos hotel, comida y ropa para ti en Madrid", le decía la pizpireta periodista.
No se quedó ahí la cosa. En un indescriptible sprint por las calles de Barcelona, la joven se ahogaba intentando obtener de forma bochornosa el testimonio en primicia del escort recién liberado por un delito de violencia de género y le ofrecía una reconciliación en directo con la rusa. Sí, han leído bien: una reconciliación en directo a alguien que acaba de ser juzgado por un delito de violencia de género.
Tal fue el espectáculo que incluso la presentadora María Patiño tuvo que poner un poco de cordura. “Vamos a intentar no frivolizar con un delito, con independencia de que ella desde su libertad le quiera denunciar. Me gusta no incidir porque es un delito serio. Si se quieren reconciliar son adultos, pero no quiero que nos involucremos”. Eso sí, no lo busquéis en Telecinco.es, que parece que se avergüenzan de la escena en cuestión.
Sin embargo, ahí siguió la reportera dándole un manotazo a la rusa porque estaba fumando en directo, y ofreciéndole su casa si se quedaba en la calle y no tenía donde dormir esa noche pero, ¡ojo!, siempre y cuando se hicieran amigas.
¿Y la deontología?
¿Qué pensará de todo esto Risto Mejide después de que hace escasamente dos semanas defendiera en Todo es mentira que si un profesional se ve en determinadas tesituras entonces “ahí entra tu deontología como profesional para negarte, tengas la cualificación que tengas, ya seas redactor o director”?
En el magnífico quinto capítulo de Veneno, en el que Javier Calvo y Javier Ambrossi hacen una brillante radiografía sobre la tele de los noventa, Juan Antonio Canta aconseja a Cristina que tenga cuidado con la tele porque “la tele te va a pedir estribillos y, se les das estribillos, te quedas en eso, en estribillo”.
Mucha risa, mucho meme, mucha frase para camisetas de "marica puede ser cualquiera" y "muchas gracias Telecinco", pero eso será Alina, un estribillo más de una noche de sábado. El enésimo juguete roto de la televisión.